Luego de 12 años y medio de poder kirchnerista, corresponde ahora al conservador Mauricio Macri la responsabilidad de gobernar Argentina. La asume en un momento en que este país de 40 millones de habitantes vive una pronunciada desaceleración económica, con pérdidas de reservas, inflación elevada, controles cambiarios, aumento de la pobreza, además de una polarización social y política.
Este ingeniero y empresario de 56 años, que sucede a la peronista de izquierda Cristina Fernández (62) tras vencer al candidato oficialista Daniel Scioli, tiene por delante una ardua tarea. Al desafío de aclarar las finanzas, se le suma un Congreso sin mayoría y unos sindicatos –tradicionalmente peronistas– que no están dispuestos a brindarle demasiada paciencia.
Un gabinete con perfil empresarial
Para afrontar el actual panorama, Macri conformó un plantel de hombres de negocios para llevar a cabo sus propósitos económicos. Un exdirectivo de JP Morgan al frente de Hacienda, Alfonso Prat Gay; un antiguo CEO de la petrolera angloholandesa Shell con la batuta de Energía, Juan Aranguren; y como canciller, una exdirectiva de IBM y Telecom Argentina, que fue también alta funcionaria de la ONU, Susana Malcorra. También sumó a un exdirectivo de Hewlett Packard y del Banco HSBC al Ministerio de Producción, un exgerente editorial y exdirector de Random House para Cultura, y un economista al Ministerio de Interior.
En respuesta a esta movida, en su primer discurso tras la derrota electoral, la presidenta Cristina Fernández advirtió que “el país no es una empresa”.
Empresa o no, este país tiene una inflación del 30%, según consultoras privadas (aunque para el gobierno es la mitad); un 4,7% de la población en la pobreza, pero que alcanzaría el 25% si se contempla la inflación no reconocida por las autoridades; un desempleo del 7%, pero con un 40% de trabajadores en negro; un déficit fiscal de alrededor de 6,5% del PIB; y una baja drástica de las reservas en los últimos años.
Luego del pico de 50.000 millones de dólares en 2011, el Banco Central argentino cierra el mandato de Cristina Fernández con una caída de las reservas de más del 50%. La entidad monetaria asegura tener 25.700 millones de dólares en reservas; en cambio, consultoras privadas indican que se ubican en torno a los 12.000 millones. En concreto, el Banco Central perdió reservas por casi 10.000 millones desde setiembre por pagos de la deuda (Argentina entró en suspensión de pagos en julio de 2014) y compras de pequeños ahorristas.
La idea, además, es reactivar un mercado único de cambios que se hará, a decir de Prat Gay, cuando “estén dadas las condiciones”. La venta de dólares está restringida en Argentina y levantar el cepo cambiario es una promesa electoral de Macri. Pero con las aceleradas pérdidas de reservas de los últimos meses, esa idea deberá esperar por el momento. El objetivo es impulsar la confianza de los inversores extranjeros.
Planes sociales
Líder de una coalición de partidos opositores, Macri –que se dice un admirador de las obras de justicia social de Juan Domingo Perón y su esposa Evita– prometió mantener los planes sociales implementados en la última década. Incluso cambió de opinión respecto a la petrolera YPF y Aerolíneas Argentinas, empresas públicas que antes quería privatizar.
En concreto, Macri anunció que mantendrá la Asignación Universal por Hijo (AUH) que creó el gobierno kirchnerista y que lo expandirá a aquellos niños y adolescentes –unos 1,8 millones– que no cuentan con ningún tipo de cobertura. Al mismo tiempo, apuntará a mejorar las contraprestaciones, como los controles de salud y de la asistencia escolar, para cumplir el objetivo de inclusión, indicó un análisis del diario La Nación.
El nuevo gobierno ampliará la actual Asignación Universal por Hijo para cubrir a 1,8 millones de menores más
En cuanto al plan Argentina Trabaja, hay una lectura diferente. Este programa fue uno de los más criticados del modelo K ante la falta de transparencia en la designación de las cooperativas beneficiadas y por poca claridad en el reparto de recursos. No obstante, Macri prefiere conservarlo y mejorarlo porque “tiene un enfoque de trabajo cooperativo que es interesante”. En ese sentido, el nuevo gobierno tiene previsto brindar capacitación para que las personas puedan obtener un empleo formal y mejorar el desarrollo de las pequeñas empresas creadas a partir de este plan.
Para combatir el desempleo –especialmente el juvenil– e incentivar la formalidad laboral, Macri cree que será necesario mantener un crecimiento estable, acompañado de inversión (una de las prioridades del equipo económico), que pueda luego soportar un mejorado sistema de educación técnica y de incentivos para reducir los altos costos laborales.
El perfeccionamiento de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses), la caja de jubilados y pensionistas, es otro objetivo de la administración Macri que recién comienza. Ante su crecimiento, el gobierno kirchnerista desvió recursos para atender otros sectores, algo que el macrismo pretende controlar.
Y, por supuesto, el nuevo presidente argentino no lo pensará dos veces en sincerar los números del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), organismo que fue intervenido en 2007 por el modelo K, y desde ese momento dejaron de ser confiables sus datos y cifras.
No al aborto
En noviembre pasado, antes del balotaje, uno de los principales asesores de Macri, Jaime Durán Barba, se manifestó a favor de la “libertad” de la gente para realizar abortos. De inmediato, Macri aclaró que las declaraciones de Durán Barba fueron a “título personal” y que “no representan su pensamiento ni el del espacio” que lidera. “En lo personal, estoy a favor de la vida», dijo Macri en su cuenta de Twitter.
Hace dos años, en sus tiempos de jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, vetó la ley porteña de aborto no punible –referido al llamado aborto terapéutico o por violación–, aunque luego la Justicia declaró ese acto como inconstitucional.
Macri ha prometido permitir la venta libre de dólares, pero la pérdida de reservas del Banco Central le obligará a retrasar la medida
A su vez, el nuevo mandatario heredará la Ley de Matrimonio Igualitario, aprobada cinco años atrás. Argentina se convirtió en 2010 en el primer país de América Latina y décimo en el mundo en habilitar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Dos años más tarde, se aprobó la Ley de Identidad de Género que admite que los transexuales puedan inscribirse con el nombre y sexo que deseen. La legislación también obliga al Estado a cubrir los gastos de las operaciones de cambio de sexo.
El desafío es amplio y ya el arranque para Macri está lleno de asperezas. La polémica por el traspaso de mando, con las idas y vueltas acerca de dónde debía realizarse, más el rechazo de Cristina Fernández a asistir a este acto eminentemente democrático, marca la cancha al nuevo presidente que deberá lidiar con un aparato que, en el fondo, se resiste a retirarse.