“Dos pasitos pa'lante, un pasito pa'atrás”. Así, a ritmo de conga caribeña, parece marchar la pequeña empresa privada en Cuba. Concebido para ayudar al país a emplear a millón y medio de trabajadores que no tenían mucho que hacer en el abultadísimo sector estatal, el denominado “cuentapropismo” se ve en ocasiones afectado por decisiones de difícil explicación.
Las dos últimas, recientemente publicadas por el diario oficial Granma, colocan la diana sobre dos actividades económicas: la venta de ropa importada y el servicio de pequeñas salas de cine en 3D, una verdadera sensación tecnológica en la Isla.
La nota de Granma alude a “la ilegalidad de la comercialización minorista de artículos importados o la reventa de los adquiridos en la red com…
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