Fruto de un profundo desencanto popular, las multitudinarias marchas del pasado 16 de agosto en varias ciudades de Brasil volvieron a exigir la salida de la presidenta Dilma Rousseff y mayores soluciones para la recuperación económica y contra la galopante corrupción, especialmente reflejada en el caso Petrobras, el mayor escándalo de corrupción en la historia de esta nación. Lejos está Brasil de aquel boom de 2010 que hacía pensar que el gigante sudamericano se ubicaría finalmente en las grandes ligas mundiales.
Rousseff lleva ocho meses de su segundo mandato, pero el gobierno tiene una aprobación semejante al fin de su administración luego de una pobre gestión: un 7,7%, de acuerdo a la encuesta realizada por la firma MDA. Además, la figur…
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