Bernardo Arévalo, presidente electo de Guatemala (CC Javier Arango)
Ciudad de Guatemala.— El 20 de agosto se celebró la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Guatemala. Bernardo Arévalo, el candidato que dio la sorpresa en la primera vuelta, es el ganador.
Con Arévalo, del partido Movimiento Semilla, competía Sandra Torres, del partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE): ambos, candidatos de izquierda, aunque distintos en su trayectoria y en sus propuestas. Torres, perteneciente a la clase política tradicional, candidata ya probada y rechazada en tres elecciones pasadas, se presentaba ahora como una izquierda moderada. Buscó, sobre todo en estos últimos meses de campaña, convencer a los sectores más tradicionales y conservadores. Su campaña se centró en mensajes como “No al aborto”, “Sí a la familia de padre y madre” o “Es posible ayudar sin quitarle a nadie”. Más allá de los mensajes, la tarea del sector conservador era decidir si creer o no creer a quien en las elecciones pasadas abogaba por el derecho a abortar.
Por otro lado, Arévalo, representante de la nueva política y de la izquierda progresista, jugaba con ventaja, teniendo en cuenta que Torres acaparó el mayor porcentaje de antivoto en la primera vuelta. Arévalo mantuvo su campaña en esta segunda fase mostrándose como un candidato sobrio y ajeno a los “politiqueos”: todo lo opuesto a su contrincante. Además, Arévalo ya había dado una sorpresa al pasar a la segunda vuelta viniendo de un partido pequeño y con bajo presupuesto.
Todo esto sumó a la imagen de novedad y de cambio de Semilla, atrayendo a nuevos sectores, especialmente a aquellos que votaron nulo en la primera vuelta, y llegando a autodenominarse el “partido del pueblo”. Las contradicciones que sufrió su partido en estos últimos meses (el Movimiento Semilla tiene un proceso penal abierto por supuesta falsificación de firmas para erigirse como partido político), no hicieron más que avivar el imaginario social que los veía como los marginados defensores del pueblo atacados por la clase política corrupta.
El resultado fue devastador para Torres: el 58% de los votos fue para Arévalo, el 37% para ella y tan solo un 3,5% de votos nulos, un porcentaje muchísimo menor al de la primera vuelta, aunque con fuerte abstención (55%). Con todo esto, el triunfo de Arévalo fue claro, y será el primer hijo de un expresidente en ocupar el puesto. Durante el periodo de 2024-2028 Guatemala tendrá como presidente a un sociólogo de profesión que, al conocer los resultados, afirmó que “esta victoria es del pueblo y unidos lucharemos contra la corrupción.”
El partido UNE, por su parte, había anunciado una conferencia de prensa para la noche del domingo al conocerse los resultados preliminares, pero fue suspendida. Ahora aseguran que su Comité Ejecutivo está en “sesión permanente” evaluando los resultados del conteo de votos de la pasada jornada electoral. Aseguran que fijarán una postura definitiva en cuanto estén los resultados publicados “con total transparencia”.
Además, recordó que el Tribunal Supremo Electoral “nunca aclaró por qué avaló el uso irregular de un sistema paralelo para la Junta Electoral Departamental del Distrito Central y Departamento de Guatemala, utilizado durante la primera vuelta electoral y que fracasó en otros países”. Esto ha levantado alarmas sobre la posibilidad de que el partido no acepte los resultados y busque procesos paralelos para invalidar el resultado. A pesar de ello, tanto el TSE como los observadores internacionales aseguran que la votación fue segura, pacífica y democrática.