Es el estigma. Es la “cola de la vergüenza”. Es de lo que el ayuntamiento de Valencia dice querer librar a los miles de personas que hacen fila cada mes para recoger las bolsas de víveres que distribuye el Banco de Alimentos local. Por eso, no solamente le ha retirado la subvención de 85.000 euros a esa institución, sino que a finales de junio le quitará el local donde ha funcionado hasta ahora.
“El Ayuntamiento –dice Joan Ribó, uno de estos alcaldes ‘del cambio’– no quiere hacer limosnas, no quiere hacer caridad. Quiere garantizar derechos, y el Banco de Alimentos no los garantizaba. Nosotros queremos garantizar los derechos de todas las personas”.
Bien. Bravo. Algo más al oeste de la península, en Cádiz, situación parecida: el nuevo alca…
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