Comete “apropiación cultural” quien hace uso de símbolos de otra cultura por puro gusto, por exotismo o, más aún, por broma o parodia. Es una injuria o una frivolidad que denigra las tradiciones ajenas, las mira por encima del hombro o revive el pasado colonial. En un comentario firmado por I.K., The Economist señala la incongruencia de tal planteamiento.
Hubo sonoras protestas hace tres años, cuando la gala del Costume Institute, del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, que se celebra el primer lunes de mayo, tuvo como tema “China a través del espejo”. Los glamorosos participantes exhibieron trajes hechos para la ocasión, con los consabidos dragones y otros motivos chinos. Ellos y el Instituto fueron acusados de alevosa “apropiación cultural”.
No ha habido quejas sobre la gala de este año, cuyo tema era “Cuerpos celestiales: la moda y la imaginación católica”. En palabras de New Yorker, “el acto del lunes por la noche [7 de mayo] dio libertad a los famosos para experimentar, sabiendo que la única herejía por la que podrían ser condenados era la de delito contra la moda”. La cantante Rihanna se presentó con una mitra. Se pudo ver a un papa con lentejuelas. “El actor Jared Leto se vistió de Jesús; si se hubiera vestido de Mahoma, aunque hubiera sido con rigurosamente históricos zaub y turbante, habría provocado aversión y denuncias”, dice The Economist.
Se dice que la apropiación cultural hiere los sentimientos de otros; pero los “otros” no son cualquiera. Es fácil imaginar las reacciones indignadas a que daría lugar una gala en torno al islam, o bien “los judíos, los negros o los aztecas… aunque de estos últimos no queda vivo ninguno que pueda sentirse ofendido”.
En realidad, las acusaciones de apropiación cultural “están menos motivadas por la intolerancia o la falta de respeto a una cultura, que por la necesidad de reforzar la dialéctica opresor-oprimido a través de la cual ven el mundo quienes defienden ese planteamiento. Como cristianos y blancos son grupos considerados dominantes, todo préstamo o parodia que hagan resulta intolerable. Pero la apropiación inversa tiene vía libre: nadie se molesta cuando unos asiáticos llevan indumentaria europea”.