Cuando en el aeropuerto y en la red de metro de la capital belga aún retumba el eco de los estallidos de la mañana del 22 de marzo, José María Gil Garre, director de Estudios de Seguridad en el Instituto de Seguridad Global e investigador del tema del terrorismo yihadista, explica a Aceprensa que la diana de los criminales no ha sido en modo alguno gratuita.
– ¿Por qué precisamente Bruselas?
– Porque lanzar un ataque allí es un mensaje de doble dirección. Es decirle a la propia UE: “Atacaremos allí donde están sus instituciones”. Y es golpear a la ciudad que acoge ni más ni menos que a la OTAN. Es la capital de Europa. El mensaje es: “Ustedes nos están bombardeando en nuestro territorio, pero nosotros, con cinco muyahidines, somos capaces de subyugarlos y ponerlos en jaque”. Esto es de una potencia comunicacional absolutamente terrible. Y es un mensaje al interior del terrorismo yihadista, para captar y estimular a nuevos muyahidines.
Por otra parte, están las vulnerabilidades de Bruselas. Creo que a nivel operativo, el sistema policial de Bélgica ha fracasado. Pero no ahora con este atentado, sino desde hace tiempo. Hay estructuras departamentales, sectoriales, de inteligencia, vinculadas a los diferentes distritos, en un país tan pequeño donde debería estar todo bastante unificado. Hay divisiones competenciales que hacen que la inteligencia sea estanca según qué departamentos, y que la Policía sea estanca en cada departamento.
Es un verdadero desastre. De hecho, los terroristas que operan desde el barrio de Molenbeek han participado de una u otra manera en los atentados yihadistas que se han producido durante los últimos 20 años en Europa. Siempre aparecen individuos vinculados a Bélgica, ya sea dando cobertura, entregando armas, aportando logística, y allí no parece que se hayan enterado mucho de esta historia, hasta que ha pasado ya a niveles inadmisibles.
El largo brazo del EI
– ¿Cómo conecta el Estado Islámico (EI) real con estos que atacan aquí? Aparte de ser la inspiración, ¿hay un suministro material…?
– La conexión operativa directa puede hacerse a través de Internet, las redes sociales, por vía telefónica, o bien enviando a una persona con un mensaje. Creo que las capacidades que el ser humano tenga para comunicarse pueden aplicarse, y de hecho es lo que sucede, a la actividad terrorista.
“La amenaza yihadista nos va a acompañar ya todo el siglo XXI; hay que ser consciente de ella”
Y por supuesto, [los del EI en Siria] actúan como inspiración. Internet se ha convertido para ellos en un territorio, y operan ahí como si lo fuera realmente. Para los Estados es un instrumento, pero para ellos es un territorio. Esos conceptos así parecen vagos, pero tienen un peso muy específico. Si Internet es para mí un territorio, lo utilizo como tal. Si es una simple productora de contenidos y un espacio de comunicación, el Estado debería ser mucho más eficaz, no solo para poder detectar la actividad de los terroristas en Internet, sino en el uso de la red como una herramienta contra estos. Eso sería hacerlo con eficacia, pero no lo ha hecho ningún Estado.
– ¿Se puede decir que, con el EI o sin él, únicamente como inspiración, estos atacantes son autónomos y tienen capacidad para llevar adelante ellos solos sus ataques?
– Sí, sí. En algunos casos estamos viendo que hay órdenes directas desde sitios lejanos. El atentado en París contra el semanario Charlie Hebdo fue decidido desde dos lugares bien lejanos; uno de ellos, Yemen. Pero no necesariamente. A veces las estructuras terroristas están ya aquí en Europa.
Que las comunidades musulmanas denuncien el terrorismo
– ¿Se precisan variaciones de la política de seguridad europea? ¿Cuáles podrían ser?
– Me parece básico que se intensifique lo que llamamos la política común de seguridad. Debe estructurarse además un sistema de inteligencia común. Ceder inteligencia de los Estados es algo muy complicado, pero tiene que haber una inteligencia común, especialmente aplicada a la lucha antiterrorista. La UE tiene que dotarse también de un corpus legislativo potente que permita la interacción rápida entre países para actuar contra individuos y pequeños grupos o células que puedan organizarse para actividades del terrorismo yihadista. Todo eso y una multitud de otras cuestiones en la parte operativa.
El Estado debería ser mucho más eficaz en el uso de Internet como herramienta contra el yihadismo
Pero luego como Estados y como UE, deben esforzarse en construir una verdadera contranarrativa, una contraideologización de este fenómeno. Y eso hay que hacerlo contando con las comunidades musulmanas. Debe haber una verdadera asimilación, integración, yo no sabría cómo llamarla, pero sí construirse una sociedad en la que todos nos sintamos concernidos por esta amenaza y todos, musulmanes y no musulmanes, podamos trabajar juntos contra esta. Y hay que exigir también que las comunidades musulmanas alcen la voz y dispongan de los espacios adecuados para poder denunciar este fenómeno.
– ¿Y no los tienen ya?
– No. La sociedad europea, en general, no ofrece, no dispone de los espacios necesarios donde se oiga con potencia la voz de los musulmanes en contra de estos individuos que se apropian, que secuestran el islam, porque no podemos confundir el hecho religioso islámico con estos delincuentes.
– A la vista de cómo están hoy las cosas, ¿tendríamos que acostumbrarnos a vivir con la amenaza de atentados yihadistas?
– La gente tiene que acostumbrarse a vivir con esa amenaza, que nos va a acompañar ya todo el siglo XXI. Empezó en este siglo y viviremos mucho tiempo con ella. Hay que tomar conciencia de que la tendremos de manera constante, aunque, ojo: no estoy diciendo que tengamos que acostumbrarnos a vivir con miedo, pero sí que seamos conscientes de esta amenaza. Saber que existe y que permanecerá en el tiempo.