En los últimos años han aumentado los casos de sacerdotes que, después de haber abandonado su ministerio, han solicitado ser readmitidos, según ha explicado el secretario de la Congregación para el Clero, Mons. Crescenzio Sepe.
Las peticiones -entre 30 a 40 al año sólo por lo que se refiere a la Congregación para el Clero (hay otros organismos vaticanos competentes en la materia)- proceden en su mayor parte de personas que habían abandonado el sacerdocio en los años setenta. «Tras los años de la fuerte crisis, durante los cuales los abandonos fueron importantes, se vive ahora una lenta y progresiva recuperación de la auténtica identidad sacerdotal».
El procedimiento de readmisión, sin embargo, no es simple. Está precedido de una profunda indagación sobre los motivos de la solicitud, que deben ser de origen espiritual y de auténtica conversión, por lo que se excluyen las motivaciones simplemente humanas y los casos de fondo psicológico. Además, como la mayoría de estos candidatos ha contraído matrimonio civil, «ni tan siquiera se estudia la cuestión si existen hijos pequeños», pues es preciso cumplir antes con los deberes derivado de la procreación. Aun cuando los hijos sean mayores, es preciso establecer que no existen obligaciones naturales o civiles hacia la mujer. Antes de presentar la petición, que se envía directamente al Papa, se requiere la disolución de ese vínculo civil, y que la mujer declare por escrito que no pretende nada del marido, ni siquiera la sustentación. De todas formas, gran parte de las solicitudes proceden de viudos.
Una vez cumplidos esos requisitos, la Congregación vaticana competente pondera la oportunidad de conceder o no la readmisión. Ésta será, en todo caso, progresiva y bajo la guía de un obispo, o del sacerdote en el que delegue. «La readmisión no es automática, ni se decide con prisas: existen casos en los que la Santa Sede la rechaza, cuando el candidato no se demuestra verdaderamente preparado».