El pasado 15 de mayo, en su discurso a los participantes en la sesión plenaria del Consejo Pontificio de la Pastoral para los Emigrantes y los Itinerantes, Benedicto XVI pidió a los países de mayoría musulmana que den a los cristianos el mismo trato que reclaman para los musulmanes en Occidente. El Papa recordó a los cristianos que deben recibir con los brazos abiertos a toda persona » cualquiera que sea su país de proveniencia», pero también pidió el mismo trato para los emigrantes cristianos en países musulmanes, de forma que «los cristianos que emigran hacia países de mayoría islámica encuentren acogida y respeto de su identidad religiosa»
Lamentablemente, esto no es así hoy en día. Monseñor Lajolo, secretario de la Santa Sede para las relaciones con los Estados, comentando el discurso del Santo Padre, lamentó que gran parte de los países musulmanes no respeten los derechos de los inmigrantes cristianos, a pesar de que lo exijan para sus ciudadanos en el extranjero. Efectivamente, hoy en día hay países musulmanes donde la libertad religiosa de los cristianos está muy limitada y su religión les impide alcanzar puestos destacados en la vida social.
Recientemente algunos líderes cristianos de Oriente se han quejado de la situación en la que viven sus fieles en los países musulmanes. Tras una reunión mantenida con el presidente francés Jacques Chirac, en la rueda de prensa posterior, los patriarcas orientales hablaban de las situación de sus fieles. Mons. Athanase Matoka, arzobispo sirio-católico de Bagdad, se quejaba de la situación en Irak: «Vivimos en la inseguridad, nuestros fieles abandonan el país». Por su parte, el arzobispo Mons. Jacques Hindo, de Siria, advertía que «un sentimiento religioso anticristiano está creciendo entre los musulmanes». En la misma línea se pronunciaba Mons. Louis Sako, arzobispo caldeo de Kirkuk, quien asegura que tras el 11 de septiembre, «hay malestar entre cristianos y musulmanes».
Estas situaciones son las que han llevado al Papa a pedir a los países musulmanes que traten a los cristianos tal como piden que se traten a sus ciudadanos en Occidente, de forma que «encuentren acogida y respeto de su identidad religiosa». En concreto se ha referido al principio de reciprocidad del que se habla en la instrucción apostólica «Erga migrantes caritas Christi», del Consejo Pontificio de la Pastoral para los Emigrantes y los Itinerantes. En esta instrucción se define la reciprocidad como una relación fundada en el respeto mutuo y en la justicia en los asuntos jurídico-religiosos.