Contrapunto
Eugen Drewermann ha estado en Madrid para promocionar la versión castellana de su libro Clérigos (cfr. servicio 70/94). También aquí ha vuelto a repetir lo de siempre: las actitudes reaccionarias de la Iglesia están alejando de la fe a los católicos centroeuropeos; el celibato sacerdotal no es más que una hipocresía; el Papa es un obstáculo, etc. Este tipo de teólogo contestatario ganaría en credibilidad si sus denuncias del autoritarismo en la Iglesia las hiciera con menos arrogancia y si su crítica del dogmatismo incluyera ciertas dudas. Pero si algo le caracteriza es el inmovilismo y falta de matices en su doctrina particular.
Al margen de las opiniones, es un hecho que en Alemania cada vez más católicos abandonan oficialmente la Iglesia. En un país donde la Iglesia se financia mediante el «impuesto eclesiástico» (un 8%), cuando la práctica religiosa va a menos es grande la tentación de clasificarse en la declaración del fisco como «sin confesión» para escapar al impuesto. De hecho, en 1994 unos 200.000 alemanes se han borrado de las listas de la Iglesia católica.
Si este fenómeno pudiera explicarse con el diagnóstico de Drewermann, sería de esperar que la situación fuera mucho mejor entre los protestantes. A fin de cuentas, el libre examen les protege del dogmatismo de la Iglesia; no tienen que sufrir el autoritarismo del Vaticano; la Humanae vitae no les atormenta y sus pastores pueden casarse. Sin embargo, en la Iglesia protestante la hemorragia es mayor que en la católica; 361.000 dimisiones en 1992 y unas 350.000 en 1994, aunque los protestantes son menos que los católicos.
Tampoco puede decirse que los fieles protestantes estén más integrados en su Iglesia que los católicos. Mientras que la práctica dominical alcanza el 18% en las iglesias católicas, no supera el 5% en los templos protestantes.
Entonces, lo que habría que preguntarse es qué es antes, la crisis de confianza en la Iglesia o la crisis de fe. El filósofo alemán Robert Spaemann ha advertido que los motivos que alegan las personas que se alejan de la Iglesia no suelen contener la verdadera causa: «Muchas cosas en la Iglesia que escandalizan a la gente, no son en absoluto el verdadero motivo de escándalo. Por el contrario, la gente se escandaliza porque antes se había alejado de la fe y de la vida de fe». De modo que cuando muchos fieles -y también teólogos- afirman que el catolicismo no responde ya a sus aspiraciones, lo primero que hay que investigar es si no habrán cambiado sus deseos.
Ignacio Aréchaga