Mariano Fazio, argentino, 55 años, es el nuevo vicario general del Opus Dei, nombrado por el prelado Mons. Javier Echevarría, en diciembre de 2014. Conoció al cardenal Bergoglio en 2000, y desde entonces ha tenido trato con él, de modo especial durante la Asamblea General del Episcopado Latinoamericano en Aparecida (Brasil). En unas declaraciones a Pablo Ordaz, de El País, Fazio responde a cuestiones sobre el Papa Francisco y el Opus Dei.
Al preguntarle que está aportando el Papa Francisco, respecto a sus antecesores, dice: “Benedicto veía sobre todo el problema de la cultura contemporánea, la crisis de la verdad, y apuntó a la evangelización de la cultura. En continuidad con Juan Pablo II, fue más a la cabeza. Ahora Francisco está yendo más al corazón, pero son necesarias las dos cosas. Una persona sin corazón es terrible, pero también es tremenda la persona sin cabeza”.
En el Opus Dei, afirma, “tratamos de estar siempre en perfecta sintonía con el Papa de cada momento, porque vemos que es una manera de estar también unidos a Dios. Conozco a mucha gente de la Obra que está fascinada con el estilo de Francisco y a otros que no les gusta tanto. Y otros que no les gustaba el estilo de Benedicto y ahora están encantados. Pero yo veo una gran unidad con el Papa”.
En cuanto a los efectos positivos del pontificado destaca “la mucha gente que estaba alejada y que está volviendo”; entre los negativos, “podrían ser que una contestación rápida en una entrevista puede dar lugar a muchísimas interpretaciones y después se ha hecho necesario aclarar qué quiso decir el Papa”.
Respecto a si se cumplirán las expectativas que ha despertado el papa Francisco, Fazio observa: “Los medios de comunicación han subrayado mucho las ‘aperturas’ del Papa Francisco, pero tal vez no han subrayado suficientemente las exigencias que trae una vida de acuerdo con el Evangelio. En la medida en que se señalen las exigencias quizá se acabe un poco la luna de miel de este pontificado, pero no es consecuencia de un error de Francisco, sino de la naturaleza de las cosas”.
Le preguntan si el Opus Dei no es el polo opuesto de la Iglesia para los pobres que predica Francisco. “La percepción de que el Opus Dei es elitista me parece que es propia de una visión burguesa”, responde. “Lo pueden decir las clases medias y altas de Madrid o París, que quizá no conocen la realidad de tanta gente humilde y cercana al Opus Dei que vive en las periferias de estas ciudades. La percepción que se tiene en Kinshasa o en los suburbios de Guatemala, Argentina, Paraguay o Bolivia es totalmente diferente. Allí tenemos muchas labores apostólicas hacia los últimos, una de ellas nos la encargó el cardenal Bergoglio en Buenos Aires”. Al mismo tiempo señala que el Opus Dei también se ocupa de los intelectuales y de lo que se podría llamar las clases dirigentes, pues “si logramos que las personas que toman decisiones en la sociedad sean coherentemente cristianas habrá mucha menos pobreza en este mundo, mucha menos desigualdad, mucha menos cultura del descarte”.