En un artículo de L’Osservatore Romano firmado por su director, Gian Maria Vian, se dice que el hecho “tiene un importante significado” porque “afirma de modo claro y simple la libertad religiosa”. Al mismo tiempo, niega que exista una “intención hostil” con respecto al Islam. En este sentido Vian afirma que la libertad religiosa “es también libertad para cambiar de religión, como en 1948 fue subrayado por la Declaración universal de los derechos del hombre”.
En las páginas del Corriere della Sera, Vittorio Messori lamentaba el carácter demasiado fogoso de la carta escrita y publicada por el converso, que en algunos párrafos tachaba al Islam de ser “fisiológicamente violento”. Sin embargo, para Messori el bautismo en la pasada noche de Pascua de Magdi Allam y de otros adultos muestra de qué manera el cristianismo, y en concreto ese catolicismo que “tantos creen que deben abandonar”, no cesa de “conquistar los corazones y las mentes de quienes piensan, aman, sufren… de quienes, en definitiva, buscan una vida digna del hombre”.
Tampoco han faltado las voces críticas que tachan de politizada la actitud del periodista y una presunta colaboración del Papa en la creación de un espectáculo en torno a un acto que debiera, según ellos, tener un carácter exclusivamente privado. De este parecer es el musulmán Aref Ali Nayed, director del Real Instituto de Estudios Estratégicos del Islam en Amman, en una entrevista publicada por El País: “El problema no es que Allam haya sido bautizado. Da la impresión de que ha sido un católico tácito toda su vida tras su escolarización en escuela católica. Es su decisión ante Dios. Tampoco es un problema que el Papa bautice porque eso es parte de su trabajo. Sí hay, sin embargo, un problema cuando el Papa bautiza personalmente y de manera espectacular a un periodista tristemente célebre por sus pronunciamientos contra el Islam”.
También de esa línea interpretativa es el artículo de Claudio Magris que publicaba el Corriere: “La modalidad de esta conversión y de su comunicación muestra que se le ha querido dar un inmediato significado político. De hecho Magdi Allam, en la carta en la que el mismo cuenta su renacimiento espiritual, no se limita a agradecer a Dios la gracia recibida sino que propugna una precisa línea política, afirmando la naturaleza ‘fisiológicamente violenta de todo el Islam’ y la consiguiente necesidad de combatir todo el Islam, que no es conforme al amor cristiano y a su sentido de fraternidad universal”.
Para Carlo Cardia, del Avvenire, la conversión no debe ser contemplada bajo el prisma de la política. Para él, en un mundo secularizado, existen nuevas vías para la conversión, entra las cuales alude al contraste del cristianismo con otras religiones, y dice que el cristianismo “habla del amor por los otros, de respeto al hombre, a sus ideas, a su religión” y es por tanto “una fe que acerca, no aleja, que enriquece y se convierte en un bien para quien lo profesa y para quien permanece lejos”.
¿Todo o nada?
No han faltado tampoco los comentarios en la otra orilla del Atlántico. En una entrevista concedida al National Review, el vaticanista y escritor George Weigel, que acaba de publicar el libro Faith, Reason, and the War Against Jihadisme sostenía que “la guerra contra el jihadismo es, entre otras cosas, una guerra en defensa de la libertad religiosa, el primero de los derechos humanos”. Para el autor, “esta es una guerra de ideas, de ideas muy distintas sobre la persona humana, y Magdi Allam ha defendido con coraje la libertad religiosa de todos los que critican de modo eficaz las corrientes islámicas de pensamiento que niegan el derecho a la conversión de los musulmanes. Ahora Allam combate la misma batalla de ideas desde otro puesto”.
Al influyente analista religioso Rod Dreher, del Dallas Morning News, la decisión de Allam le ha traído el recuerdo de Ronald Reagan: “¿Os acordáis cuando Reagan salió a escena? Todos pensaban que sería un hombre peligroso porque no creía en la distensión con los soviéticos, pero tenía razón, la visión soviética era falsa y debía ser afrontada. Magdi Allam, el ex-musulmán convertido al catolicismo el Domingo de Pascua me recuerda a Reagan en este sentido”. A Dreher le parece que Allam ve su conversión “como una liberación” mediante la cual “abraza una religión de amor y razón”.
Interesante también el análisis que hace John Allen para National Catholic Reporter. Según Allen, el converso Allam entra a formar parte, sobre todo con la publicación de su carta, de grupo partidario del “todo o nada” en la relación con el Islam. John Allen dice que existe una postura crítica hacia estos planteamientos, pues para algunos pensadores italianos “la línea dura de Allam sirve realmente a los neo-con occidentales y los radicales islámicos, ya que ambos sacan beneficios de la polarización de opiniones para justificar un combate inacabable”.
Sobre el asunto, se ha extendido también el comentarista anglo-americano del Asia Times, que firma bajo el pseudónimo Spengler. Según él, la conversión de Allam, avalada por la celebración hecha por el Papa, puede ser revolucionaria: “Allam concuerda con sus ex-correligionarios en repudiar la cultura degradada del occidente moderno, pero ofrece una respuesta muy diversa: una religión fundada sobre el amor”.