La secularidad del Estado siempre ha sido considerada como un logro de la modernidad. A veces se ha tergiversado la historia para presentar a la religión como el enemigo en este proceso. Sin embargo, en el debate público actual da la sensación de que son precisamente los que se consideran progresistas quienes no respetan algunas consecuencias de la separación entre Iglesia y Estado, ya que pretenden que el gobierno o el parlamento le impongan a la Iglesia lo que tiene que hacer en cuestiones religiosas.
Lo que está ocurriendo en San Francisco (Estados Unidos) es un ejemplo. Como explica un artículo en la web de la Heritage Foundation, el arzobispo presentó hace un mes una actualización de la guía para los profesores de religión que dan clas…
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