Sebastian Francis Shaw, de 58 años, fue nombrado arzobispo de Lahore (Pakistán) en 2013 por el Papa Francisco. Desde el atentado que mató al menos 70 personas el Domingo de Pascua, Mons. Shaw trabaja sin descanso: visita heridos, celebra funerales, predica, conforta…
“Hablo mucho con los familiares y con los heridos, les voy a ver a los hospitales. Visito a todas las personas, sean cristianos o musulmanes. Pero, ¿qué puedo decirles? Es tan increíblemente difícil… Algunos han perdido a sus hijos, esposos u otros familiares. No tengo palabras para consolarlos. Les escucho y les digo que la gente de todo el mundo está pensando en ellos y rezando por ellos. Estamos muy agradecidos”, explica Mons. Shaw a la periodista de Der Spiegel Britta Kolle Broich.
“Poco antes de Pascua, las fuerzas de seguridad nos habían advertido a los cristianos que estuviéramos vigilantes. Pero, en general, el clima del día previo al ataque suicida era de tranquilidad. Las celebraciones de Semana Santa habían transcurrido sin incidentes”, afirma el arzobispo. “El domingo, mientras íbamos a la celebración, sobre las tres de la tarde [cuatro horas antes del atentado], estábamos contentos y agradecidos por que todo hubiera salido tan bien”.
El lugar del atentado no fue casual, pues “es muy popular entre la gente de clase media, la entrada es gratuita y hay un parque infantil para los niños. Es un lugar de alegría. También muchos musulmanes van allí con frecuencia. Pienso que el terrorista había elegido ese parque a propósito, sabía que no estaría especialmente vigilado”.
Los cristianos en Pakistán representan el 2% de la población. “Después de las amenazas y de los ataques anteriores contra los cristianos, sentíamos miedo y se respiraba una gran incertidumbre. Pero, habitualmente, podemos practicar nuestra fe. Las fuerzas de seguridad paquistaníes nos protegen, y también hemos aprendido a cuidar de nosotros mismos. Siempre ha habido miedo por los ataques, pero ahora es mucho mayor”.
“Lahore alberga la comunidad cristiana más grande y antigua de Pakistán y, en cierto modo, la vida es diferente aquí. En algunas partes de la ciudad solamente viven cristianos y hay edificios de instituciones cristianas, aunque también aquí los cristianos son discriminados. Pero, por lo general, vivimos juntos en paz: cristianos y musulmanes trabajamos juntos, vivimos en paz”.