En Rosso Porpora se publica un artículo de Giuseppe Rusconi, del que se hace eco en su blog Marco Tosatti, con las cifras de un fenómeno europeo significativo: el rápido declive de las iglesias protestantes europeas, nacidas de la Reforma. El ocaso no afecta a las confesiones más modernas, que florecen, no sólo en los Estados Unidos y América Latina, en detrimento de la Iglesia Católica, sino también en la propia Italia.
Una reflexión inmediata indica que la crisis en la galaxia protestante parece golpear con más fuerza a quienes más se han alejado de la moral tradicional. El último ejemplo es de hace pocas semanas: en la Iglesia luterana de Finlandia, cerca de diez mil personas anunciaron su salida tras la declaración del arzobispo Maikinen a favor de los matrimonios entre personas del mismo sexo.
El articulista repasa las “adaptaciones” de las diversas confesiones históricas: sacerdocio y episcopado femeninos, ordenación de sacerdotes y obispos homosexuales, “nuevos derechos” sobre el inicio y el final de la vida, aceptación sin rechistar de la ideología de género en las escuelas; se pregunta si ese plegarse a las “exigencias” de la secularización, ha comportado efectos positivos sobre la vitalidad del protestantismo europeo.
No parece que sea así, a tenor de las cifras. En Alemania, después de la reunificación en 1990, los protestantes eran 29,4 millones (36,9%) de la población; en 2004 se habían reducido a 26,2 millones (31,5%), y en el 2013 a 23,3 millones (29%). En 1990 los católicos eran 28,5 millones (35,4%), y en 2013, 24,2 millones (30%). De 2004 a 2013, los bautismos protestantes pasaron de 236.000 a 187.000; las confirmaciones, de 272.000 a 227.000; los matrimonios, de 59.000 a 49.000. En ese período de tiempo, la participación en el culto dominical cayó del 4 al 3,5%.
En Suiza, heredera de Zwinglio, Calvino y Forel (artífices de la Reforma en Zurich, Ginebra y Neuchatel, respectivamente), los protestantes eran en 1970 el 48,8% de la población, y superaban en dos puntos a los católicos. En el año 2000 habían caído al 33,9%; en 2013, al 26,9%. También se reducen los católicos –en menor medida, aunque preocupante–: del 46,7% en 1970 al 42,3% en 2000, y al 38,2% en 2013. Los protestantes no ocupan ya el primer puesto en Zurich, Ginebra, Basilea, Lausana ni Neuchâtel, superados por los católicos y/o los no creyentes. En 2012, el protestantismo en Suiza ha sufrido más abandonos que el catolicismo (como en Alemania): el dato se repite en toda la Confederación, excepto en la zona correspondiente a la diócesis de Coira (incluye a Zurich), donde la situación en el campo católico es conflictiva.
En Holanda, los protestantes eran en 1971 el 35,9% de la población; en 2010 habían caído a 15,6% (los católicos, del 40,4% al 24,5%). En los países escandinavos, donde el protestantismo está bien arraigado, se advierte que en Suecia los no creyentes llegan al 45%, y al 33% en Noruega.
Por último, en Gran Bretaña, los anglicanos representaban en 1983 el 40% de la población; en 2012, el 20% (los católicos pasaron del 10 al 9%). En 1993, se introdujo el sacerdocio femenino, y en 2006 se decidió que la ordenación episcopal de mujeres estaba teológicamente justificada. Como reacción, tres obispos, una cincuentena de sacerdotes anglicanos y cientos de fieles, pidieron ser recibidos en la Iglesia católica, lo que se concretó en 2011. En julio de 2014, se decidió el “sí”; definitivo a la ordenación episcopal de mujeres por el Sínodo de la Iglesia de Inglaterra (confirmado por las dos cámaras del Parlamento británico).
Desde hace años, la Iglesia Anglicana discute sobre la ordenación de sacerdotes y obispos homosexuales y sobre la bendición de parejas del mismo sexo. En enero de 2013 se anunció la disponibilidad de consagrar obispos incluso a sacerdotes homosexuales. En un discurso de julio siguiente en York, el arzobispo anglicano de Canterbury, Justin Welby, señaló que “sería absurdo e imposible” ignorar los cambios sociales. Por lo tanto, “debemos abrirnos a los homosexuales”. Esto no significa ser automáticamente favorable al llamado “matrimonio gay” (Welby se declaró siempre en contra); pero no deja de ser significativo que, en las cinco mil escuelas católicas del Reino Unido se introducirán programas “contra la homofobia”. En noviembre de 2013, la Iglesia de Inglaterra permitió la bendición en la iglesia de parejas del mismo sexo. Entretanto, la participación en los cultos dominicales se ha reducido en los últimos veinte años de 1,2 millones de fieles a 800.000, cifra inferior a la de católicos que asisten habitualmente a misa.