(Actualizado el 19-09-2012)
El escenario se repite de manera periódica en los últimos años. En un país occidental alguien hace por cuenta un subproducto ofensivo –en este caso un vídeo sobre Mahoma–; este subproducto sube a YouTube y obtiene una difusión mundial por las mismas protestas; en los países musulmanes se producen manifestaciones y grupos interesados agitan a las masas para que protesten violentamente contra los países occidentales atacando lo que tienen a su alcance, embajadas o empresas. Los gobiernos occidentales condenan el subproducto y aseguran que nada tiene que ver con ellos, pero que tampoco pueden prohibirlo para respetar la libertad de expresión; los países islámicos piden que se retire y se condene al ofensor, y reclam…
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.