En 2011 se han producido más de mil episodios de ataques contra personas o lugares cristianos en Karnataka
No es fácil procesar las informaciones que llegan de diversos Estados de la India en relación con el cristianismo. Son muy variadas las circunstancias de ese inmenso continente que, salvo cambios demográficos, arrebatará a China el primer puesto en población total.
Del 1 al 8 de febrero se reúne la Asamblea plenaria de los obispos Indios en Bangalore, en el estado indio de Karnataka, con el tema central del “papel de la Iglesia para una India mejor”. El secretario general de la Conferencia afirma que “existe un gran deseo de transparencia en la vida pública, se piden mejores oportunidades de crecimiento y desarrollo, para construir una nación fuerte y vibrante”. Esto será posible, a juicio de Mons. D’Souza, “sólo con un esfuerzo conjunto de todas las fuerzas presentes en el país”, y la Iglesia Católica será una de ellas.
Por su parte, el Cardenal Oswald Gracias, Presidente de la Conferencia Episcopal, expresa su preocupación por el surgir de la realidad de las “dos Indias”: una rica y otra compuesta por los pobres y marginados, con un crecimiento de la intolerancia religiosa; esta situación, a juicio del Cardenal, representa una oportunidad y un desafío para la Iglesia.
Extremistas contra cristianos
Lo cierto es que, en los últimos tiempos, la India ha venido siendo noticia en el plano religioso por los ataques y la violencia contra los cristianos. La más reciente ha sido la agresión de más de un centenar de radicales hindúes al campus del Instituto Universitario San José de Anekal, que lleva la Compañía de Jesús cerca de Bangalore. El 30 de enero, una multitud de extremistas y elementos violentos de los grupos “Vishwa Hindu Parishad”, “Bajrang Dal”, “Rastra Sakthi Sene”, “Karnataka Rakshana Vedike”, irrumpieron en el campus universitario impidiendo las clases. El pretexto era que la bandera nacional no había sido desplegada el día anterior durante la Fiesta de la República en la India. El presidente del instituto explicó a la Agencia Fides que habían vivido horas de gran temor, sobre todo por la complicidad de las instituciones civiles y de las fuerzas de seguridad.
En realidad, se trata de pretextos que celan la violenta oposición a la libertad religiosa: esos grupos hindúes quieren lisa y llanamente el cierre de todas las instituciones educativas de inspiración católica porque, según ellos, destruyen la cultura de la India.
La Federación de Asociaciones Cristianas del Karnataka ha respondido a la espiral de violencia que se está produciendo contra los fieles, con la connivencia o pasividad de las autoridades públicas. En su asamblea del 29 de enero agradeció al Primer Ministro de Karnataka la institución del Christian Development Council (CDC), y la retirada de las denuncias contra los cristianos, realizadas después de los ataques contra las iglesias en Mangalore en 2008.
Muchos de los que iniciaron las leyes anti-conversión tienen a sus hijos y nietos en escuelas católicas, pero no quieren que se atienda a los pobres
Ahora pide que al CDC “se le dé la posibilidad concreta de trabajar, con una financiación adecuada”. El organismo, compuesto por representantes de la política y de la sociedad civil, tendrá que fomentar la promoción y el desarrollo de las comunidades cristianas. No se puede olvidar que en 2011 se han producido más de 1.000 episodios de ataques contra personas o lugares cristianos en Karnataka.
Un virus que infecta a la sociedad
La postura oficial del primer ministro Sadananda Gowda es favorable al respeto de todas las religiones, también por el servicio que prestan a los ciudadanos. “El lema ‘Unidad en la diversidad’ es la mayor fortaleza de la India”, ha dicho recordando las diferencias de cultura, idioma, etnia y religión.
Pero estas afirmaciones no acaban de contentar a muchas ONG –entre otras, el conocido Asian Centre for Human Rights, con sede en Nueva Delhi , que denuncian la existencia de una “cristianofobia también en el gobierno”: ante la decisión de un tribunal islámico de Kashmir, de expulsar a tres misioneros (dos protestantes, uno católico), subrayan que “la India laica sufre de cristianofobia, una enfermedad arraigada y muy consolidada, pero que no es reconocida públicamente, ni por el Estado, ni por la sociedad”. Protestan en concreto del apoyo de un ministro federal a esos jueces islámicos, que podría llevar a una “fatwa” contra los cristianos en Kashmir y quizás en toda la India.
En conjunto, según informa el Foro Católico Secular (CSF), una organización ecuménica fundada por católicos indios, 2.141 cristianos han sufrido ataques, persecuciones y agresiones en 2011, sin contar a sus familias, parientes y amigos, y víctimas indirectas. A juicio de ese Foro, la violencia anticristiana de los radicales hindúes es como “un virus que infecta a la sociedad”. La persecución, de hecho, “se ha generalizado, y cubre casi todos los estados en el país”. El texto plantea importantes cuestiones sobre la libertad de la fe, el abuso de los derechos humanos y derechos constitucionales. En contra de las tesis radicales, la realidad es que el porcentaje de cristianos en la India ha disminuido: del 2,60% de la población en 1972, bajaron al 2,44% en 1981, y al 2,30% en 2001.
La labor de las escuelas católicas
A pesar de estas dificultades, el cristianismo sigue creciendo en la India. Un caso paradigmático es el del estado de Arunachal Pradesh, en el noreste de la India, donde la Iglesia católica ha tenido un crecimiento de 200.000 fieles desde 1970. En los últimos tiempos ha habido una media de diez mil bautismos de adultos cada año.
En una reciente entrevista, Mons. John Thomas Kattrukudiyil, obispo de Itanagar, capital de ese estado, explica que el éxito del cristianismo allí se debe al descontento con las prácticas religiosas tradicionales y a la labor de las escuelas cristianas, abiertas también a los más pobres.
El cristianismo libera a la gente del miedo a los espíritus malignos. “Cuando alguien está enfermo, el líder de la religión tradicional de la aldea les dice que esto se debe a un espíritu maligno por lo que tiene que ofrecer diez mithun –el bisonte de la India– para el sacrificio, o cinco cerdos o diez vacas.” Esto era un gran gasto para ellos. La gran diferencia fue “presentar a Dios como nuestro Padre amoroso, en contraste con los espíritus que están allí sólo para amenazarnos y perseguirnos”, explica Kattrukudiyil
La Iglesia ha crecido en Arunachal Pradesh a pesar de que allí existe una ley anti-conversión, al igual que en otros estados como Orissa y Pradesh. “La ley –explica Kattrukudiyil– entró por el miedo de una parte de los hindúes a que el cristianismo se extendiera por toda la India. Es un temor infundado que puede estar siendo utilizado como una herramienta política para ganar poder político. Algunos hindúes avivan las emociones de la mayoría hindú, diciendo que los hindúes están en peligro y por lo tanto hay que movilizarlos a todos bajo un aparato político y luego convertir este grupo en un poder político.”
El medio más importante para la presencia de la Iglesia en Arunachal Pradesh ha sido su contribución a la educación. “Todo el mundo sabe que el entero nordeste debe mucho a los misioneros, porque un gran porcentaje de la población que se educó ha pasado por nuestras escuelas”, afirma Kattrukudiyil. Paradójicamente, muchos de los líderes actuales han pasado por las escuelas católicas, pero les molesta que atiendan también a los pobres. “Muchos de los que iniciaron esta ley contra la conversión tienen a sus hijos y nietos en las escuelas católicas. Ellos dicen: ‘Sí, sí, es bueno que los misioneros tengan escuelas para nosotros, pero no para los pobres, ya que se pueden convertir’. Ellos quieren que los pobres permanezcan en la ignorancia. Sólo quieren utilizar los servicios de la Iglesia para sí mismos.”