El mensaje de Francisco a las familias desde Irlanda

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Aunque la atención de los medios se haya centrado en los abusos de menores, y el Papa mismo se haya referido a ellos en varias ocasiones, Francisco no dejó de abordar el tema del Encuentro Mundial de las Familias celebrado en Dublín la semana pasada, que era el motivo de su viaje a Irlanda. Y ofreció un mensaje estimulante, realista y práctico.

El optimismo del Papa se basa en el designio divino del Creador sobre la familia y el don de la redención, que por medio de Cristo lo restaura y lo lleva a una altura superior. “Dios quiere que cada familia sea un faro que irradie la alegría de su amor en el mundo”, dijo el sábado 25 en el Festival con que concluyó el Encuentro. Y al día siguiente añadió: “Cuánta necesidad tiene el mundo de este aliento que es don y promesa de Dios”; y también: “vuestras familias son un lugar privilegiado y un importante medio para difundir esas palabras [de Jesús] como ‘buena noticia’ para todos” (Misa en Dublín).

“Los abuelos son un tesoro de experiencia, un tesoro de sabiduría para las nuevas generaciones”

Esta misión de las familias no está al alcance solo de una minoría. No requiere circunstancias especiales: se cumple, señaló Francisco en su discurso al término del Festival de las Familias, “a través de pequeños gestos de bondad en la rutina cotidiana y en los momentos más sencillos del día”. Y eso es santidad, que “no es algo reservado a unos pocos privilegiados”. La santidad “está silenciosamente presente en los corazones de todas aquellas familias que ofrecen amor, perdón, misericordia cuando ven que es necesario, y lo hacen en silencio”.

El poder de las familias corrientes

Francisco cree en el poder de irradiación de las familias normales, corrientes. Cualquier familia es un faro si acoge el perdón, que es “un regalo especial de Dios que cura nuestras heridas y nos acerca a los demás y a él”. Así, “gestos pequeños y sencillos de perdón, renovados cada día, son la base sobre la que se construye una sólida vida familiar cristiana”. Como le gusta hacer, el Papa recordó las “tres palabras” que deben pronunciarse a menudo en el hogar: “perdón”, “por favor” y “gracias”. Y destacó en especial la necesidad de restaurar la paz y el cariño después de una discusión. “No hay familia perfecta. Sin el hábito de perdonar, la familia se enferma y se desmorona gradualmente”.

“El matrimonio cristiano y la vida familiar manifiestan toda su belleza y atractivo si están anclados en el amor de Dios”. Partiendo de ahí, se puede “apreciar la grandeza de la enseñanza de Jesús sobre la fidelidad en el matrimonio”. No consiste en “una fría obligación legal”, sino que “es sobre todo una poderosa promesa de la fidelidad de Dios mismo a su palabra y a su gracia sin límites”.

El discurso tocó otros aspectos prácticos de la vida familiar. Animó a los padres a “que bauticen a sus hijos lo antes posible, para que puedan formar parte de la gran familia de Dios”. Eso supone una gran diferencia, porque un niño bautizado tiene “el Espíritu Santo en su interior”.

“Gestos pequeños y sencillos de perdón, renovados cada día, son la base sobre la que se construye una sólida vida familiar cristiana”

También alentó a la oración en familia, recordando el lema del sacerdote irlandés Patrick Peyton: “La familia que reza unida permanece unida”. Entre otras cosas, dijo que los padres enseñen a los niños pequeños a “hacer bien la señal de la cruz”.

Amor abierto a la vida

El Papa dio otros consejos tomando pie de testimonios ofrecidos antes por algunos matrimonios. Uno de ellos habló del uso de las redes sociales para que las familias se ayuden entre ellas. Francisco comentó: “Las redes sociales no son necesariamente un problema para las familias, sino que pueden ayudar a construir una ‘red’ de amistades, solidaridad y apoyo mutuo. Las familias pueden conectarse a través de Internet y beneficiarse de ello. Las redes sociales pueden ser beneficiosas si se usan con moderación y prudencia”. A la vez, “es importante que estos medios no se conviertan en una amenaza para la verdadera red de relaciones de carne y hueso, aprisionándonos en una realidad virtual y aislándonos de las relaciones concretas que nos estimulan a dar lo mejor de nosotros mismos en comunión con los demás”.

A propósito del testimonio de unos padres de diez hijos, alabó a las familias numerosas, en las que se manifiesta el valor de “un amor conyugal caracterizado por la fidelidad, la indisolubilidad, la unidad y la apertura a la vida”. Y la intervención de otra pareja que lleva casada más de cincuenta años le sirvió para insistir en otro tema preferido: los abuelos. “Una sociedad que no valora a los abuelos es una sociedad sin futuro. Una Iglesia que no se preocupa por la alianza entre generaciones terminará careciendo de lo que realmente importa, el amor”. Los abuelos “son un tesoro de experiencia, un tesoro de sabiduría para las nuevas generaciones”.

Hacia el final del discurso, el Papa resumió su mensaje con estas palabras: “Vosotras, familias, sois la esperanza de la Iglesia y del mundo. (…) Con vuestro testimonio del Evangelio podéis ayudar a Dios a realizar su sueño, podéis contribuir a acercar a todos los hijos de Dios, para que crezcan en la unidad y aprendan qué significa para el mundo entero vivir en paz como una gran familia”.

Aspectos oscuros

Junto al tema principal del viaje, el de los abusos de menores estuvo presente desde la llegada de Francisco a Irlanda. Lo trató ampliamente el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, en su discurso de bienvenida. Al referirse a los “aspectos oscuros” del pasado, en que está implicada la Iglesia (abusos sexuales y también malos tratos a madres solteras o a niños), Varadkar no dejó de recordar la parte de culpa que corresponde al Estado, pues muchos de los desmanes se dieron en orfanatos y otras instituciones que acogían a personas por encargo de los poderes públicos. Así lo señaló un informe oficial de 2009 (ver Aceprensa, 29-05-2009). Fueron, dijo Varadkar, “fallos tanto de la Iglesia como del Estado, y de la sociedad en general”.

Francisco, por su parte, expresó en varias ocasiones dolor y vergüenza por tales abusos y se reunió con algunas víctimas. En cambio, no quiso comentar nada, cuando una periodista le preguntó en el vuelo de regreso, sobre la declaración en que el anterior nuncio en Estados Unidos, arzobispo Carlo Maria Viganò, le acusa de haber conocido en 2013 los abusos atribuidos al ex cardenal McCarrick y no haber tomado medidas. El Papa dijo que “la declaración habla por sí sola” y la prensa puede sacar sus propias conclusiones.

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