Tras entrevistarse el 26 de junio con el cardenal Telesphore P. Toppo, presidente de la Conferencia Episcopal, el nuevo primer ministro indio, Manmohan Singh, anunció que «bajo mi gobierno los episodios de violencia contra los cristianos de los últimos años serán un recuerdo del pasado». Singh agradeció a la Iglesia católica el «servicio encomiable» que lleva a cabo entre la población más desfavorecida de la India.
Poco después, el ministro para el Desarrollo de Recursos Humanos (departamento que tiene a su cargo la educación), Arjun Singh, creó una comisión formada por tres historiadores para examinar los libros de texto que trasmiten una ideología hinduista. Los manuales escolares son uno de los principales instrumentos de la propaganda contra cristianos y -en particular- musulmanes alentada por grupos hinduistas como Vishwa Hindu Parishad (VHP), «brazo religioso» del partido Bharatiya Janata Party (BJP), que perdió el poder tras las últimas elecciones nacionales. El VHP utiliza buena parte de las donaciones que recibe del extranjero para financiar la incitación al odio, según denunció el 15 de junio John Dayal, secretario general del All India Christian Council.
Según Dayal, el VHP distribuye entre sus militantes armas blancas -unas lanzas que simbolizan al dios Shiva- y material propagandístico comprados con donaciones extranjeras. Estas donaciones proceden principalmente de indios que residen en Gran Bretaña, EE.UU. y otros países, y están teóricamente destinadas a mantener a huérfanos y viudas.
Una de las organizaciones con las que colabora el VHP es el Vanvasi Kalyan Ashram, directamente implicado en ataques contra instituciones y personas cristianas. Otra es el movimiento Ghar Wapsi («regreso a casa»), promovido por Ju Deo, ex ministro de Exteriores del BJP, que mediante acciones coercitivas trata de «reconvertir» al hinduismo a cristianos de las zonas rurales.