En una semana el Parlamento belga ha apaciguado el revuelo levantado por el informe sobre sectas que se le presentó el pasado 30 de abril y que incluía una lista de 189 organizaciones, entre las que figuraban algunas instituciones de la Iglesia católica (ver servicio 67/97). El 7 de mayo, al final del debate sobre el informe, una amplia mayoría de diputados apoyó una moción por la que se aprueban tan sólo las conclusiones y recomendaciones del informe, y se decide explícitamente que «la tabla sinóptica no forme parte de esas conclusiones». Así, el texto refrendado se refiere a los medios para luchar contra las sectas, pero no menciona ninguna institución católica.
El informe sobre las sectas ha sido elaborado durante un año por una comisión de 11 diputados. La mayoría de los comentarios de la prensa belga e internacional han valorado negativamente el trabajo de la comisión. Sobre todo por la metodología empleada, que procede a menudo sobre la base de testimonios unilaterales, sin pruebas ni verificación alguna. Con ese método han acabado por estigmatizar a instituciones sin darles la posibilidad de defenderse, exponiéndolas al descrédito o a la sospecha al citarlas en una lista junto a organizaciones criminales.
También los obispos belgas han criticado el informe y han calificado como una «amalgama irresponsable» la lista que equiparaba a instituciones católicas (al menos aparecen cinco) con adeptos del satanismo u organizaciones como la Orden del Templo Solar. El cardenal Danneels, entrevistado en numerosas ocasiones por medios de comunicación, ha afirmado de manera categórica que ni el Opus Dei ni Renovación Carismática, citados en el informe, tienen nada que ver con las sectas.
