El Sínodo y la pirámide de la autoridad en la Iglesia

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El Papa Francisco quiere una Iglesia de estilo más “sinodal”, que valore la contribución no solo de los obispos sino también de los fieles laicos y en la que el Papa cumpla su misión al servicio de la unidad.

El Sínodo actúa siempre con Pedro y bajo Pedro

Lo ha dicho el Papa en su discurso del domingo en el aula Pablo VI, con ocasión del 50 aniversario de la creación del Sínodo de Obispos. Pero sus ideas sirven también para aclarar algunas cuestiones que se plantean con motivo del Sínodo de la Familia: las respuestas de la Iglesia a las expectativas de los fieles, cómo debe ejercerse la autoridad en la Iglesia, cuál es la relación entre el Sínodo y el Papa.

Francisco quiso dejar claro que “desde el inicio de mi ministerio como Obispo de Roma he intentado valorizar el Sínodo”, siguiendo así las huellas de Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI. “El camino de la sinodalidad –añadió– es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”.

¿Qué implica ese camino? “Caminar juntos –Laicos, Pastores, Obispo de Roma–, un concepto fácil de expresar con palabras, pero que no es tan fácil de poner en práctica”.

De entrada, unos y otros deben saber escuchar: “Es una escucha reciproca en la cual cada uno tiene algo que aprender. Pueblo fiel, Colegio Episcopal, Obispo de Roma: uno en escucha de los otros; y todos en escucha del Espíritu Santo, el ‘Espíritu de la verdad’ (Jn 14,17), para conocer lo que Él ‘dice a las Iglesias’ (Ap 2,7)”.

Escuchar al pueblo fiel

El camino sinodal empieza escuchando al Pueblo, dijo Francisco. El Pueblo de Dios, ha añadido recordando una enseñanza del Vaticano II, no puede equivocarse en la fe, cuando muestra un consenso universal en cosas de fe y moral. De ahí que “todo bautizado, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de instrucción de su fe, es un sujeto activo de evangelización” y no solo un mero receptor. “El sensus fidei impide separar rígidamente entre la Iglesia docente y la Iglesia discente, ya que también la grey posee un ‘instinto’ propio para discernir los nuevos caminos que el Señor abre a la Iglesia”.

Entre el pueblo fiel, los obispos y el Papa hay una escucha recíproca, en la cual cada uno tiene algo que aprender

Debido a esta convicción, el Papa quiso que el Pueblo de Dios fuera consultado en la preparación de la doble cita sinodal sobre la familia, mediante las respuestas a los dos cuestionarios enviados a las Iglesias particulares.

La prensa ha presentado en ocasiones estas respuestas como las opiniones y estilos de vida a los que debe acomodarse hoy la doctrina. Pero el Papa ha querido aclarar que “una consulta de este tipo en ningún modo podría bastar para escuchar el sensus fidei”.

El siguiente paso es escuchar a los pastores: “Por medio de los Padres sinodales, los Obispos actúan como auténticos custodios, intérpretes y testimonios de la fe de toda la Iglesia, que deben saber distinguir atentamente de los flujos muchas veces cambiantes de la opinión pública”. En sus deliberaciones deben “pedir el don de la escucha de Dios”.

El papel del Papa

“Además, el camino sinodal culmina en la escucha del Obispo de Roma, llamado a pronunciarse como Pastor y Doctor de todos los cristianos: no a partir de sus convicciones personales, sino como testigo supremo de la fe de toda la Iglesia”, “garante de la obediencia y de la conformidad de la Iglesia a la voluntad de Dios, al Evangelio de Cristo y a la tradición de la Iglesia”.

Frente a la impresión que a veces se transmite a la opinión pública de que el Papa puede “modernizar” la Iglesia al gusto de la época, Francisco matiza que su papel es ser testigo de la fe de la Iglesia, fiel al Evangelio y a la tradición.

Este papel explica también las relaciones entre el Sínodo y el Romano Pontífice. “El hecho que el Sínodo actúe siempre cum Petro et sub Petro –por lo tanto no solo cum Petro, sino también sub Petro– no es una limitación de la libertad, sino una garantía de la unidad”. “Los Obispos están unidos al Obispo de Roma por el vínculo de la comunión episcopal (cum Petro) y al mismo tiempo están jerárquicamente sometidos a él como jefe del Colegio (sub Petro)”.

Los Obispos actúan como testimonios de la fe de toda la Iglesia, que deben saber distinguir de los flujos cambiantes de la opinión pública

El Papa ha querido explicar también cómo se ejerce la autoridad en la Iglesia: “Jesús ha constituido la Iglesia poniendo en su cumbre al Colegio apostólico, en el que el apóstol Pedro es la ‘roca’ (cfr. Mt 16, 18), aquel que debe ‘confirmar’ a los hermanos en la fe (cfr. Lc 22, 32). Pero en esta Iglesia, como en una pirámide dada la vuelta, la cima se encuentra por debajo de la base. Por esto quienes ejercen la autoridad se llaman ministros”.

Habida cuenta de la facilidad con que se atribuyen a Francisco intenciones de cambio revolucionarias, algunos comentaristas han querido ver aquí un anuncio de un nuevo modo de ejercer la autoridad en la Iglesia: el vértice debería hacer suyas las expectativas de la base. En realidad, se limitó a recordar una enseñanza evangélica: “Para los discípulos de Jesús, ayer, hoy y siempre, la única autoridad es la autoridad del servicio”, conforme a las palabras de Jesús que citó: “El que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo” (Mt 20, 25-27).

Una Iglesia más descentralizada

El Papa ha hablado también del estilo sinodal en las Iglesia locales, cuyos organismos consultivos y colegiales deben “permanecer conectados con los problemas cotidianos de la gente”. También al nivel de las Conferencias Episcopales debe vivirse la colegialidad, asumiendo sus responsabilidades: “No es oportuno que el Papa sustituya a los Episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticas que se plantean en sus territorios. En este sentido, advierto la necesidad de proceder a una saludable descentralización”.

Por último, el compromiso de edificar una Iglesia sinodal también tiene implicaciones para el ecumenismo y, en concreto, para el ejercicio del primado del Papa. Francisco recalcó que “el Papa no está, por sí mismo, por encima de la Iglesia; sino dentro de ella como Bautizado entre los Bautizados y dentro del Colegio episcopal como Obispo entre los Obispos, llamado a la vez, como Sucesor del apóstol Pedro, a guiar a la Iglesia de Roma, que preside en el amor a todas las iglesias”.

En este punto, Francisco recordó lo que ya había dicho Juan Pablo II en la encíclica Ut unum sint (1995), cuando, en busca de la unidad de los cristianos, se declaró dispuesto a “encontrar una forma de ejercicio del primado que, sin renunciar de ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una situación nueva”.

En los días que faltan para la conclusión del Sínodo, no le van a faltar a Francisco oportunidades para ejercer su tarea de servicio a la unidad.

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