Por primera vez desde la instauración de la República de Egipto (1952), la Navidad oriental, celebrada el 7 de enero, ha sido día festivo para toda la población. La decisión del presidente Hosni Mubarak ha llenado de satisfacción a la comunidad cristiana copta, que representa alrededor de un 8% de los 68 millones de habitantes. Hasta ahora solo eran días no laborables las fiestas religiosas musulmanas.
La misa del Papa copto Shenuda III registró una afluencia masiva de fieles y de políticos del régimen -entre ellos, el hijo del presidente-, y de la oposición y de diplomáticos occidentales, y fue retransmitida por las cuatro cadenas de televisión egipcias. Shenuda III subrayó la importancia de que los coptos y los musulmanes «puedan celebrar sus fiestas religiosas juntos y expresarse sus felicitaciones».
Esta decisión se ha visto como un impulso a la idea de ciudadanía, más allá de las diferencias religiosas. Por lo general, las relaciones entre musulmanes y coptos en Egipto son buenas. A veces se producen ataques contra los coptos en el sur del país, donde tienen su feudo algunos grupos fundamentalistas islámicos.
Más preocupante es la vigencia de leyes y usos que discriminan a los coptos. Desde hace siglo y medio una ley hace prácticamente imposible la construcción y renovación de iglesias, mientras que las mezquitas se edifican sin apenas requisitos legales. También hay puestos que en la práctica los cristianos no pueden alcanzar en la Administración y en el Ejército, aunque trabajan libremente en los sectores económicos. En el Parlamento solo había en 2000 seis diputados coptos, gracias a la cuota de diez diputados que puede nombrar directamente el presidente. La visita de Juan Pablo II a Egipto en febrero de 2002 sirvió para mejorar las relaciones interreligiosas y para que se hablara de la situación de los coptos (cfr. servicio 29/00).
El presidente Mubarak también está interesado en evitar las tensiones que existen entre cristianos y musulmanes y demostrar que el gobierno respeta a los coptos. El lobby copto en Washington ha acusado en varias ocasiones al gobierno egipcio de no proteger a la minoría copta y de falta de respeto a la libertad religiosa. Y esto es peligroso para el gobierno egipcio, que depende mucho de la ayuda de Estados Unidos.