Bruselas. En el edificio principal de la sede del Parlamento Europeo en Bruselas se ha inaugurado el 14 de octubre una exposición sobre Juan Pablo II que destaca su contribución a la unidad y al espíritu europeo. “Las raíces comunes del espíritu europeo. 30 años después de la elección de Juan Pablo II, 20 años después de su visita al Parlamento Europeo” es el título de este evento situado en un espacio muy concurrido de paso hacia los demás edificios. La exposición había sido anunciada con grandes carteles en esquinas y columnas con una gran foto de Juan Pablo II.
Atractiva, muy bien pensada, la exposición presenta grandes paneles con fotografías de las estancias de Juan Pablo II en cada una de las 27 capitales europeas -las visitó todas al menos una vez- acompañadas de textos, sobre las raíces cristianas de Europa, en inglés y en la lengua en las que el Papa los pronunció, incluido el griego. Seis paneles más trazan la vida y la obra de los patronos de Europa, Santos Cirilo y Metodio, San Benito de Nursia, Santa Catalina de Siena, Santa Brígida de Suecia y Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein). Varios paneles reproducen recortes de periódico de todos los países europeos de la época de la elección de aquel Papa joven y alegre. En idiomas que aún no estaban incluidos entre los de la Unión Europea como el letón, el polaco o el checo, se lee: “el luchador de la libertad”, “el Papa de la esperanza”.
En ese momento, 1978, muchos países que hoy forman parte de la Unión Europea no existían siquiera como países independientes o estaban entonces muy lejos de imaginar que formarían parte de ella en tan corto plazo de tiempo o del papel que aquel Papa jugaría para hacerlo realidad. De hecho, el Papa visitó muchos de ellos cuando estaban aún del otro lado del telón de acero.
Entre los organizadores de la exposición se cuentan varios parlamentarios europeos, entre ellos uno de sus vicepresidentes, Alan Bielan, y el presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores, Jacek Saryusz-Wolski. El Comité honorario está compuesto de 16 eurodiputados más, de varias nacionalidades.
Una gran banderola rodea y une los paneles por la parte superior enarbolando la siguiente inscripción en latín y en griego: “Non erit Europa unitas donec ipsa spiritus quadem unitas fiet”.
Visita al Parlamento Europeo en 1988
El 11 de octubre de 1988 Juan Pablo II se dirigió al Parlamento Europeo reunido en sesión plenaria en Estrasburgo, donde dijo: “Es mi deber señalar con fuerza que si el sustrato religioso y cristiano de este continente quedara marginado en su papel de inspirador de la ética y en su eficacia social, estaríamos negando no solamente toda la herencia del pasado europeo sino incluso comprometiendo gravemente un futuro digno del hombre europeo, de todos los hombres europeos, creyentes y no creyentes”.
Juan Pablo II visitó nueve veces su Polonia natal, siete veces Francia, cinco España, cuatro Portugal, tres veces Austria, la República Checa, Alemania y Eslovaquia, dos veces Bélgica, Hungría, Malta, Irlanda y Eslovenia, y una vez Bulgaria, Dinamarca, Estonia, Finlandia, el Reino Unido, Grecia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Holanda, Rumania y Suecia.
La exposición refleja la contribución de Juan Pablo II al espíritu de unidad y solidaridad, al espíritu europeo y a sus raíces hondamente cristianas.
He aquí algunas citas recogidas en los paneles y en el rico catálogo publicado con ocasión de la exposición:
- “Sé que sois fieles a la memoria de los que llamáis “padres de Europa”, como Jean Monnet, Konrad Adenauer, Alcide De Gasperi, Robert Schuman. Tomaré de este último la formulación de una intuición central de los fundadores: “Servir a la humanidad por fin liberada del odio y del miedo, una humanidad que aprende de nuevo, tras largos desgarrones, la fraternidad cristiana” (Discurso al Consejo de Europa, Estrasburgo, 8 de octubre de 1988).
- “Europa debe descubrir de nuevo los valores comunes que han forjado su identidad y que forman parte de su memoria histórica. El eje de nuestro patrimonio europeo común -religioso, jurídico y cultural- es la dignidad singular e inalienable del ser humano” (Mensaje al Presidente del Consejo de Ministros, 5 de mayo de 1999).
- “El mundo ha conocido gran número de civilizaciones y culturas perdidas que han dejado de brillar; en cambio la cultura europea se enriquece sin cesar en el diálogo, a veces difícil o polémico, pero siempre fértil, con el Evangelio. Este mismo diálogo es el fundamento de la cultura europea.” “La política y la economía son ciertamente necesarias pero no suficientes para curar al hombre europeo herido que aparece frágil y vulnerable. Europa no encontrará el equilibrio y la fuerza vitales más que si reanuda con sus raíces profundas, las raíces cristianas. Europa, como dijo Goethe, se ha hecho peregrinando y el cristianismo es su lengua materna” (Discurso ante el Sínodo: El cristianismo y la cultura en Europa, 31 de octubre de 1991).
En el panel dedicado a las cinco visitas que Juan Pablo hizo a España se recoge la frase siguiente pronunciada en el aeropuerto de Cuatro Vientos el 3 de mayo de 2003. “Ella (María) os enseñará a no separar nunca la acción de la contemplación, así contribuiréis mejor a hacer realidad un gran sueño: el nacimiento de la nueva Europa del espíritu. Una Europa fiel a sus raíces cristianas, no encerrada en sí misma sino abierta al diálogo y la colaboración con los demás pueblos de la Tierra, una Europa consciente de estar llamada a ser faro de civilización y estímulo de progreso para el mundo, decidida a aunar sus esfuerzos y su creatividad en servicio de la paz y de la solidaridad entre los pueblos”
Durante la inauguración de la exposición, el 14 de octubre, los organizadores recordaron que este espíritu que ha dado vida a la unidad europea, y la contribución de Juan Pablo II por revitalizarlo, no son sólo un recuerdo del pasado. Se trata sobre todo de una rica herencia de la que Europa debe seguir nutriéndose en el futuro.