En el encuentro con los dirigentes de las universidades y escuelas católicas, Benedicto XVI les ha animado a “garantizar que el poder de la verdad de Dios impregne todas las dimensiones de las instituciones a las que sirven”, lo cual es perfectamente compatible con la libertad académica.
En el encuentro celebrado en la Universidad Católica de América, la única regida por los obispos, el Papa ha recordado que la educación es parte integrante de la misión de la Iglesia. “La revelación de Dios -ha dicho- ofrece a cada generación la posibilidad de descubrir la verdad última sobre la propia vida y sobre el fin de la historia. Este deber jamás es fácil: implica a toda la comunidad cristiana y motiva a cada generación de educadores cristianos a garantizar que el poder de la verdad de Dios impregne todas las dimensiones de las instituciones a las que sirven.”
Benedicto XVI ha reconocido que los católicos americanos han hecho de la educación una de sus prioridades. Así lo manifiesta la tupida red de escuelas parroquiales, donde estudian tres millones de alumnos, en muchos casos de ambientes desfavorecidos. Ante los problemas económicos que hoy tienen muchas escuelas, el Papa ha exhortado a sus responsables a que las escuelas puedan mantenerse a largo plazo: “se ha de hacer todo lo posible, en estrecha colaboración con la comunidad, para asegurar que sean accesibles a personas de cualquier estrato social y económico”.
¿Pero en qué se debe notar que una escuela o una Universidad es católica? “La identidad de una Universidad o de una Escuela católica no es simplemente una cuestión del número de los estudiantes católicos. Es una cuestión de convicción: ¿creemos realmente que sólo en el misterio del Verbo encarnado se esclarece verdaderamente el misterio del hombre?”, ha preguntado el Papa. La identidad católica “tampoco se puede equiparar simplemente con la ortodoxia del contenido de los cursos. Exige e inspira mucho más, a saber, que cualquier aspecto de vuestras comunidades de estudio se refleje en una vida eclesial de fe.”
Este servicio a la búsqueda de la verdad -en el que “la verdad de la fe y la de la razón nunca se contradicen”- es la mejor contribución que la Iglesia hace a la sociedad. “Recurriendo a la sabiduría divina, proyecta luz sobre el fundamento de la moralidad y de la ética humana, y recuerda a todos los grupos sociales que no es la praxis la que crea la verdad, sino que es la verdad la que debe servir de cimiento a la praxis. Lejos de amenazar la tolerancia de la legítima diversidad, una contribución así ilumina la auténtica verdad que hace posible el consenso, y ayuda a que el debate público se mantenga razonable, honesto y responsable.”
El Papa ha advertido algunas limitaciones de la educación actual. “Mientras hemos buscado diligentemente atraer la inteligencia de nuestros jóvenes, quizás hemos descuidado su voluntad. Como consecuencia, observamos preocupados que la noción de libertad se ha distorsionado.”
Pero la búsqueda de la verdad debe llevar a la práctica del bien. “Verdad significa más que conocimiento: conocer la verdad nos lleva a descubrir el bien. La verdad se dirige al individuo en su totalidad, invitándonos a responder con todo nuestro ser.”
Aquí el Papa ha vuelto una vez más sobre la necesidad de superar el horizonte relativista, dentro del cual “los fines de la educación terminan inevitablemente por reducirse”. Esto provoca “una cierta timidez ante la categoría del bien”, y lleva a asumir “que cualquier experiencia vale lo mismo”. Como una manifestación de este descenso del nivel educativo ha señalado que “es especialmente inquietante la reducción de la preciosa y delicada área de la educación sexual a la gestión del ‘riesgo’, sin referencia alguna a la belleza del amor conyugal.”
La fe y la libertad académica
En el mundo católico americano hay una discusión abierta sobre la identidad de las Universidades que llevan el nombre de católicas. Hay quien dice que en la enseñanza y en el campus de muchas de estas universidades no se nota para nada su carácter católico. Frente a esta crítica, dirigentes de estas Universidades responden que hay que defender la libertad académica de estas instituciones para que puedan estar a la altura de las demás Universidades.
Ante los presidentes de más de 200 colleges y Universidades católicas del país, el Papa que ha dedicado tantos años a la vida universitaria, ha reiterado “el gran valor de la libertad académica. En virtud de esta libertad, ustedes están llamados a buscar la verdad allí donde el análisis riguroso de la evidencia los lleve. Sin embargo, es preciso decir también que toda invocación del principio de la libertad académica para justificar posiciones que contradigan la fe y la enseñanza de la Iglesia obstaculizaría o incluso traicionaría la identidad y la misión de la Universidad, una misión que está en el corazón del munus docendi de la Iglesia y en modo alguno es autónoma o independiente de la misma.”
Los docentes y administradores de estas instituciones deben asegurar que “el testimonio público de Cristo, tal y como se encuentra en el Evangelio y es enseñado por el magisterio de la Iglesia, modele cualquier aspecto de la vida institucional, tanto dentro como fuera de las aulas escolares. Distanciarse de esta visión debilita la identidad católica y, lejos de hacer avanzar la libertad, lleva inevitablemente a la confusión tanto moral como intelectual y espiritual.”