(Actualizado el 26-11-2020)
El acuerdo de 2018 sobre nombramiento de obispos católicos en China, que vencía hoy, 22 de octubre, ha sido renovado por dos años más. Al dar la noticia, la Santa Sede ha destacado los resultados obtenidos, y a la vez ha reconocido que quedan muchos problemas por resolver.
El fruto principal es que, por primera vez en 60 años, todos los obispos de China están en comunión con Roma y, “gracias a la aplicación del Acuerdo, no habrá más ordenaciones ilegítimas”, se lee en un artículo editorial de L’Osservatore Romano preparado para la ocasión.
En concreto, en el bienio transcurrido, se han nombrado dos obispos, para sendas diócesis de Mongolia Interior y de Shaanxi. Además, hay varios procedimientos en curso para otros nombramientos episcopales. Algunos se encuentran en fase avanzada, pero todos han sufrido un retraso a causa de la emergencia sanitaria.
Esos resultados son pocos, dice el artículo, pero constituyen un “buen comienzo”. Sobre todo, con ellos se empieza a cumplir el objetivo principal del acuerdo, que es restablecer “la unidad plena y visible de la Iglesia” en China. Pues “la cuestión del nombramiento de los obispos reviste una importancia vital para la vida de la Iglesia”.
Sin embargo, los dos nombramientos hechos estaban decididos desde mucho antes y no se pueden atribuir al acuerdo, según dijo Bernardo Cervellera, director de AsiaNews. Pero es verdad –anota– que, gracias al acuerdo, han cesado los nombramientos ilícitos.
[Actualización a 26-11-2020:] El 23-11-2020 fue consagrado el nuevo obispo de Qingdao (provincia de Shandong), Mons. Tomás Chen Tianhao. Este nombramiento es generalmente considerado el primero que se realiza en virtud del acuerdo provisional, aunque el director de la Oficina de Prensa vaticana, Matteo Bruni, al confirmar la noticia, incluyó en la cuenta los dos anteriores. Según AsiaNews, el nuevo obispo es un miembro conocido de la Asociación Patriótica de Católicos Chinos y dirigió la sección de Qingdao. La consagración episcopal le fue conferida por el presidente de la Asociación, Mons. Fan Xingyao. La diócesis de Qingdao estaba vacante desde la muerte del obispo anterior, en 2018.
Muchos otros problemas pendientes
El acuerdo sigue siendo provisional y su contenido sigue sin hacerse público. Al respecto, L’Osservatore Romano se limita a recordar que así lo decidieron ambas partes desde el principio, por el “carácter experimental” del acuerdo.
El artículo se refiere brevemente a la sinuosa historia de conversaciones e intentos de acercamiento al gobierno chino desde los dos pontificados anteriores. También reitera lo dicho por los cardenales Pietro Parolin, secretario de Estado, y Giovanni Battista Re: que el borrador del acuerdo había sido aprobado por Benedicto XVI, cosa que el Card. Joseph Zen y otros ponen en duda.
También recuerda L’Osservatore las observaciones que hizo el Card. Parolin el mes pasado, a propósito de algunos “malentendidos” en torno al acuerdo. Uno, dijo, procedía de relacionarlo con acontecimientos en los que no tiene influencia. En concreto, en los dos años pasados, el régimen chino ha impuesto nuevas restricciones a la libertad religiosa, y ha exigido a sacerdotes y obispos católicos suscribir una declaración que afirma la “independencia” de la Iglesia china.
Ese es uno de los graves problemas que afronta la Iglesia en China, como reconoció Parolin. Pero no puede resolverlos el acuerdo, porque su materia es exclusivamente el nombramiento de obispos: atribuirle otros fines es otra fuente de malentendidos, señaló el cardenal.
Así pues, “todavía existen no pocas situaciones de gran sufrimiento”, dice el artículo. “La Santa Sede –prosigue– es profundamente consciente de ello, lo tiene muy en cuenta y no deja de llamar la atención del gobierno chino para favorecer un ejercicio más fructífero de la libertad religiosa”. Pero “el camino es todavía largo y no está exento de dificultades”.
El problema es que esas otras dificultades afectan al fin inmediato del acuerdo: normalizar los nombramientos episcopales. Cervellera menciona el caso de Mons. Guo Xijin, uno de los obispos legítimos, pero no reconocidos por el gobierno, que renunciaron hace dos años, a petición del Papa, para facilitar la aplicación del acuerdo. Mons. Guo cedió el puesto a un obispo, Mons. Zhan Silu, que tenía el plácet de Pekín, y quedó como auxiliar de la misma diócesis, Mindong. Pero Mons. Guo se negó a firmar la declaración exigida por el régimen (la Santa Sede dio a todos discreción para firmar o no), que por eso no lo ha reconocido. Impedido así de ejercer su cargo episcopal, ha acabado por presentar la renuncia, que el Papa de momento no ha aceptado.
Un balance de los dos primeros años del acuerdo se puede leer en el análisis Para qué ha servido el acuerdo entre la Santa Sede y China (22-09-2020). Las cuestiones debatidas están recogidas en el artículo La polémica en torno al acuerdo entre la Santa Sede y China (2-04-2020).