Santiago.— Un país pequeño como Chile aparece pocas veces en la prensa internacional, y menos cuando se trata de noticias eclesiásticas. Pero el hecho de que todos los obispos del país hayan puesto sus cargos a disposición del Papa ha sido una noticia que acaparó la atención hasta de los medios más secularizados.
En Chile, sin embargo, esta decisión fue recibida con alivio, porque abre la posibilidad de que el Papa pueda realizar algunos cambios que se ven como imprescindibles. No deja de ser una paradoja esta actitud de los chilenos, porque si conocieran que Francisco insiste una y otra vez en la inconveniencia de que los problemas se resuelvan desde Roma, serían un poco más cautos. Pero este es, precisamente, parte del problema: unos cató…
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.