Mons. Georg Bätzing (izda.) y Thomas Sternberg, presidentes del camino sinodal, en la segunda Asamblea plenaria, 2-10-2021 (Synodaler Weg/Maximilian von Lachner)
Berlín.— La segunda Asamblea plenaria del camino sinodal alemán (30 de septiembre a 2 de octubre pasados) ha sacado a la luz las serias discrepancias entre los participantes. Aunque el sector mayoritario ha querido acallar las críticas de algunos, la división es evidente.
La Asamblea finalizó el sábado por la tarde antes de lo previsto: se habían ido ya de fin de semana tantos participantes, que no había quórum de dos tercios para votar sobre las últimas propuestas. Mons. Georg Bätzing, presidente del camino sinodal y de la Conferencia Episcopal Alemana (DBK) se mostró decepcionado: “Así no se puede trabajar”.
Una de las propuestas que sí se votó y que se aprobó por la mínima diferencia (95 a 94) es que “se estudie si la Iglesia católica todavía necesita el sacerdocio”. En la rueda de prensa posterior, Mons. Bätzing se apresuró a asegurar que “nadie ha pensado en abolir el sacerdocio; no puede haber una Iglesia católica sin sacerdocio”. Ahora bien –añadió–, “no solo por la crisis provocada por los abusos, hay cuestiones que plantear sobre el papel de los sacerdotes”.
Aunque en el comunicado final de la Asamblea se hacía hincapié en la amplia mayoría (“entre el 76% y el 92%”) con que se habían aprobado propuestas para seguir trabajando los textos presentados en los foros que se celebrarán próximamente, lo cierto es que en el aula sinodal distaba mucho de reinar “armonía”.
Se vio una muestra en las reacciones a las recientes decisiones papales de no aceptar la dimisión de los obispos de Hamburgo y Colonia, presentada –al igual que unos meses antes la del Card. Marx de Múnich, no aceptada tampoco– como gesto frente a la crisis de los abusos. Los comentarios estuvieron marcados –según la página web oficiosa de la DBK, “katholisch.de”– por “la ira y el enfado”, y mostraron “la creciente pérdida de confianza en la Iglesia católica”. Viola Kohlberger, miembro del Sínodo nombrada por el Comité Central de los Católicos Alemanes, dijo que tras la decisión del Papa sobre el cardenal Rainer Maria Woelki, no estaba “segura de querer asistir a la asamblea sinodal”. Y el obispo de Essen, Mons. Franz-Josef Overbeck, propuso que en los foros correspondientes se definieran “criterios claros para decidir qué faltas hacen inevitables la renuncia de un obispo, distinguiendo entre culpa sistémica y personal”. El objetivo salta a la vista: dejar al Papa sin opción para decidir sobre qué dimisiones debe aceptar.
Críticas
Por otro lado, se alzaron algunas voces para criticar que se condenaran opiniones minoritarias; así, el obispo de Maguncia, Mons. Peter Kohlgraf, dijo: “No me parece adecuado que se diga: si no asentís a los textos del camino sinodal, seguís siendo culpables de los abusos”. Y también el arzobispo de Berlín, Mons. Heiner Koch, instó a que se velara por que todas las opiniones tuvieran espacio en el debate.
Según el Card. Walter Kasper, algunas propuestas del camino sinodal “se desvían claramente del Vaticano II”
En un comentario para Die Tagespost, Michael Karger, responsable de “Ciencia y Universidades” en la Conferencia Episcopal alemana, decía que “de facto, en el camino sinodal se trata de sustituir la constitución de la Iglesia por un sistema parlamentario de consejos; se trata de acompañar la renovación de las sedes episcopales y de las parroquias con una completa liberalización de los contenidos de la fe”. Y añadía: “En último término, se margina moralmente a los que ‘detentan el poder’ tachándoles de cómplices del encubrimiento de los abusos. Las posiciones no se presentan en absoluto como responsabilidad ante Dios. Por último, los textos teológicos básicos revelan en sus introducciones una teología fatalmente antropocéntrica, que no parte de la base de dar primero la gloria a Dios: ‘Porque si el hombre solo es para el hombre y no para Dios, entonces podemos elegir qué personas sacrificamos a las personas’ (Robert Spaemann). Solo desde el teocentrismo sale a la luz el mal del abuso”.
Por otro lado, en una conferencia pronunciada en Augsburgo el 17 de septiembre, el cardenal alemán Walter Kasper, presidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, criticó el texto oficial de uno de los temas del camino sinodal –sobre el ejercicio del poder y la autoridad en la Iglesia– porque “por así decir, reinventa la Iglesia con la ayuda de un marco teológico y teórico erudito”. Y continuaba diciendo: “Algunas afirmaciones se desvían claramente de las cuestiones básicas del Vaticano II, por ejemplo, en la comprensión sacramental de la Iglesia y el episcopado”. Sin embargo, la moción presentada para debatir sobre esto fue rechazada por la dirección del Foro Sinodal, Claudia Lücking-Michel y Mons. Franz-Josef Overbeck, obispo de Essen.
A las críticas del cardenal Kasper se han sumado también las del cardenal Paul Josef Cordes, prefecto emérito del Pontificio Consejo Cor Unum, porque el camino sinodal “omite una referencia a las decisiones del magisterio supremo de la Iglesia”. El obispo de Ratisbona, Mons. Rudolf Voderholzer, fue más allá: abrió una página web con textos alternativos al camino sinodal. Concretamente, se refirió a que los abusos sexuales se están “instrumentalizando” para adaptar la Iglesia católica a las protestantes. El presidente de la DBK, Mons. Bätzing, condenó enérgicamente esas críticas: “Hablar de una ‘instrumentalización de los abusos’ en el camino sinodal es una afirmación inadmisible y presuntuosa, que no hace justicia a los afectados”.
Como muestra este ejemplo, las críticas al camino sinodal se rechazan de inmediato, por la presidencia o por la mayoría.
Democracia en la Iglesia
Una cuestión de fondo es el modo de entender “la democracia en la Iglesia”, según dijo la vicepresidenta del Comité Central de los Católicos Alemanes, Karin Kortmann: “Esta forma de entender la democracia es rechazada por algunos en la asamblea sinodal”; y añadió: “Si esta forma de entender la democracia no llega a buen puerto, todos los papeles acabarán siendo papel mojado”.
Para uno de los críticos, Josef Kreiml, se pretende instaurar un consejo sinodal permanente para controlar a los obispos
Una crítica fundamentada de uno de los textos presentados al Pleno por los foros –en este caso, se trata del Foro III: “Las mujeres en los ministerios y cargos de la Iglesia”– y que lleva por título “Intercambio de argumentación teológica en contextos eclesiales mundiales”, la ha presentado Josef Kreiml, profesor de Dogmática y encargado del obispado de Ratisbona para el camino sinodal. En el texto del foro se describe la sinodalidad como principio de la Iglesia, haciendo un uso interesado de una cita del Papa Francisco.
Según Kreiml, se quiere “perpetuar el formato alemán actual de ‘camino sinodal’, a pesar de que no tiene ningún fundamento en el Derecho canónico. Se pretende convertir en praxis permanente el diálogo entre los obispos y todos los bautizados y confirmados en el proceso de toma de decisiones. Se quiere que los obispos nombren un Consejo Sinodal de la Iglesia católica en Alemania, compuesto de forma similar a la Asamblea sinodal, si bien más reducido. Con este, la Conferencia Episcopal estaría ‘estrechamente unida’ y habría ‘un estrecho intercambio con las diócesis’. No entiendo por qué se ha de aprobar ya ahora la creación del proyecto ‘camino sinodal’ como algo duradero, pues no está aún claro que vaya a tener éxito (y qué éxito). En Alemania ya hay suficientes gremios supradiocesanos; ¿por qué habría que fundar ahora otro, un ‘Consejo Sinodal’?”.
Para Josef Kreiml, el único motivo para crear ese nuevo Consejo es que sirva de “órgano de control de los obispos”. Al comienzo del camino sinodal estaba claro que, de acuerdo con el Derecho canónico, cada obispo tiene la potestad de decidir qué resoluciones del camino sinodal se ponen en práctica en su diócesis. “Ahora –continúa diciendo el profesor de Dogmática– se pretende que un Consejo Sinodal se ocupe de que en las diócesis se informe periódicamente sobre la puesta en práctica de las decisiones del camino sinodal”. La conclusión es que “los obispos sean supervisados por dicho ‘Consejo Sinodal’, lo cual restringiría sus derechos episcopales”.
En cualquier caso, la pretendida “armonía” de la Asamblea se ve empañada por voces críticas, aunque estas se traten de acallar. La polémica continuará, también en los foros que se celebrarán próximamente.