La ola de violencia anti-cristiana que se desató en agosto en el estado indio de Orissa (cfr. Aceprensa 90/08) se ha extendido a otras partes del país. Las comunidades atacadas y la generalidad de los observadores culpan a organizaciones hinduistas que quieren sacar réditos políticos instigando el fervor nacionalista-religioso. Estas replican negando las agresiones o atribuyéndolas a la indignación popular por las “conversiones forzadas” al cristianismo que hacen las Iglesias. Las autoridades locales, en casi todos los casos en manos del hinduista Bharatiya Janata Party (Partido Popular Indio o BJP), por lo general se han distinguido por su pasividad.
Hasta finales de septiembre ha habido actos de violencia contra templos y fieles cristianos en cuatro estados además de Orissa: Chhattisgarh, Madhya Pradesh, Karnataka y Kerala. Todos menos el último, tradicional feudo comunista, tienen gobiernos del BJP. Los incidentes más graves han ocurrido en Orissa, donde han muerto cerca de 40 cristianos, según estimaciones del All India Christian Council (AICC). En los otros estados los ataques han consistido sobre todo en destrozos y profanaciones de templos.
Se cree que los ataques están siendo incitados por las organizaciones hinduistas, en particular Bajrang Dal, la sección juvenil del Vishva Hindu Parishad (Congreso Hindú Mundial o VHP). Estos grupos y otros afines excitan a menudo el nacionalismo hindú para beneficio electoral del BJP, que ostenta la representación política de la misma ideología. Los recientes disturbios han llegado cuando falta poco para las elecciones estatales en Madhya Pradesh y Chhattisgarh (diciembre próximo), y algo más para las de Orissa y las nacionales (primavera de 2009).
La motivación política es clara para Mohammed Shafi Qureshi, presidente de la Comisión Nacional para las Minorías, que al término de una inspección en Karnataka declaró: “Lo que hemos averiguado es increíble. Las turbas devastaron iglesias y casas particulares, golpearon a monjas, y la policía no se dejó ver… El gobierno del estado tiene responsabilidad en esto. Si el BJP no hubiera llegado al poder [en las elecciones estatales de mayo pasado], esto no habría ocurrido” (cfr. The Christian Science Monitor, 24-09-2008).
Gauri Prasad Rath, secretario general del VHP en Orissa, cuenta la historia de manera muy distinta. “No hubo violencia -dice-. Si hubo alguna, fue por las conversiones fraudulentas que están haciendo los cristianos. Ellos incendiaron sus propias iglesias” (ibid.).
Los obispos se dirigen al gobierno
Las acusaciones contra los cristianos por obtener conversos mediante coacción o soborno se repiten desde hace años, y en otras ocasiones han motivado brotes de violencia como el actual por parte de radicales hindúes. Seis estados (entre ellos los cuatro citados aquí con gobierno del BJP) han aprobado leyes contra las “conversiones forzadas”. Pero hasta ahora, pocos casos han llegado a los tribunales, y ninguno ha terminado en condena.
Los hinduistas consideran su religión un elemento fundamental de la identidad india y ven con sospecha las conversiones. También influye un factor social. Los conversos al cristianismo proceden sobre todo de las capas más bajas de la sociedad india: los miembros de tribus no hindúes, sino animistas, que están fuera del sistema de castas, y los de la casta más baja o dalits.
Unos y otros, mal considerados por la mayoría hindú, son destinatarios de la labor asistencial promovida por la Iglesia católica y otras comunidades cristianas (ese es el procedimiento por el que, dicen los hinduistas, “compran” conversiones). Pues bien, el que deja de ser hindú, en teoría se sale del sistema de castas. Pero los dalits hechos cristianos reclaman el derecho a seguir recibiendo las ayudas (como cuotas de empleo público o de plazas universitarias) previstas por la ley para los de su casta. Su movilización en Orissa a favor de esta causa ha sido otro motivo de tensiones con los grupos hinduistas.
Frente a las suspicacias y protestas de radicales, el cardenal Oswald Gracias, arzobispo de Bombay, insiste en que la Iglesia católica “continuará estando de parte de los pobres, de los enfermos, sin mirar si son hindúes, musulmanes o cristianos” (cfr. Zenit, 24-09-2008).
Ante la inacción de las autoridades locales, los obispos católicos se han dirigido al gobierno indio para pedir que proteja a los cristianos. El 20 de septiembre, el AICC reunió a más de 15.000 personas en un acto público de protesta contra la violencia. Otra declaración de condena vino del Partido Comunista de la India, que calificó de “vergonzoso que prosigan los ataques contra clérigos y monjas, e iglesias”.