Con el objetivo de facilitar la integración de las comunidades musulmanas en Europa y aislar a los grupos radicales, varios gobiernos europeos han iniciado un diálogo con representantes de organizaciones musulmanas.
En Berlín, el ministro del Interior, Wolfgang Schäuble, empezó el 27 de septiembre un diálogo al que estaban invitados representantes de las organizaciones musulmanas y personalidades independientes. El objetivo a largo plazo de esta «Conferencia del islam alemán» sería, en el mejor de los supuestos, llegar a la fundación de una corporación de derecho público, con lo que el islam obtendría el mismo reconocimiento legal del que disponen las Iglesias católica y luterana y la comunidad judía. De todas maneras, ya de entrada se considera una meta muy difícil de alcanzar, ante el problema de encontrar a personas o grupos que representen a los musulmanes en Alemania. Los líderes de las organizaciones invitadas a la reunión apenas representan a unos 200.000 de los tres millones de musulmanes que viven en Alemania, en su mayoría turcos.
La Conferencia debe abordar problemas relacionados con la integración de los musulmanes en Alemania: la formación de imanes en el país, la enseñanza del islam en las escuelas, luchar contra los «crímenes de honor», cometidos por jóvenes musulmanes contra sus hermanas madres solteras; a muchas escolares musulmanas las familias no les permiten participar en la clase de educación física y el rendimiento escolar de los jóvenes musulmanes es pésimo por la falta de conocimientos del idioma. Sería comprensible si se tratara de inmigrantes de primera generación, pero se constata que los conocimientos del alemán son peores en muchos casos en las segundas y terceras generaciones que en las primeras. A esto se le une que terroristas islamistas han recibido cobijo y preparación en Alemania.
Los musulmanes se quejan de que se les mira permanentemente con sospecha y de que se les discrimina en el trabajo. Los alemanes reconocen que saben poco del islam, y los turcos se mueven sobre todo en su comunidad.
La Conferencia se desarrolló en un clima constructivo. Pero también puso de relieve las diferencias que existen dentro del propio islam. El ministro había invitado a dos personalidades turcas -la escritora Necla Kelek y la abogada Seyran Ates-, favorables a un islam modernizado y a una mayor emancipación de las mujeres musulmanas. Esto ha molestado a las cuatro organizaciones musulmanas presentes, que defienden un islam mucho más tradicional.
Francia: ¿Financiar las mezquitas?
En Francia lo que se discute es si la presencia estable de comunidades musulmanas hace conveniente reformar la ley de 1905 que rige las relaciones entre las comunidades religiosas y el Estado. En particular, se presenta el problema de la financiación de la construcción de los lugares de culto.
El ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, acaba de recibir dos informes que solicitó a expertos: uno sobre la promoción de la laicidad y otro sobre las relaciones de los cultos con los poderes públicos.
El segundo es el más innovador, pues propone reformar la ley de 1905 para que sea posible la financiación pública de los lugares de culto. La ley dice en su art. 2 que la República «no subvenciona ningún culto». Esto supone un obstáculo para confesiones de expansión más reciente en Francia, que necesitan nuevos lugares de culto. Y, a falta de financiación en Francia, los fondos para la construcción de mezquitas vienen de los países árabes, lo cual es un impedimento para el desarrollo del tan deseado «islam de Francia».
Para salir al paso de este problema, la comisión presidida por Jean-Pierre Machelon propone la financiación pública de los lugares de culto, con diversas fórmulas, una de ellas las ayudas directas de los municipios a la construcción.
Respecto a la legislación funeraria, más que autorizar la creación de «espacios confesionales» en los cementerios, sugiere ampliar los cementerios privados ya existentes o permitir crear otros nuevos. Esto exigiría cambiar la ley actual, que no lo permite.
Sarkozy, que no oculta su disposición a cambiar la ley de 1905, ha comentado estas propuestas en un artículo en «La Croix» (21-09-2006). El ministro del Interior escribe que la ley de 1905 solucionó el problema de los lugares de culto de las confesiones entonces existentes. Pero «no es justo que los fieles de las confesiones en expansión reciente en nuestro territorio, el islam sunita y el cristianismo evangélico, encuentren dificultades para practicar su culto (…) y estén obligados a menudo a montajes jurídicos azarosos y a una financiación extranjera. Esto no es satisfactorio ni para los cultos ni para el orden público».
Sarkozy ha remitido los informes a los responsables de las grandes religiones de Francia para que se pronuncien. Las primeras reacciones de representantes musulmanes reflejan una buena acogida a las propuestas. Algunos piden que la financiación pública se haga con trasparencia e imparcialidad, de modo que no se intente favorecer una u otra tendencia del islam. Pero dentro del mapa político francés, no todo el mundo, ni en el poder ni en la oposición, es partidario de esta financiación pública.
Italia: Carta de valores
Varios episodios recientes de grave intolerancia, protagonizados por inmigrantes musulmanes, sugirieron al Ministerio del Interior italiano proponer la idea de una «Carta de valores y principios fundamentales», un documento que deberían suscribir los musulmanes residentes en el país. Los episodios fueron el asesinato -por obra de su padre y otros familiares- de una chica originaria de Pakistán, culpable de vivir con un italiano; y la publicación en varios periódicos de un anuncio en el que se identificaba el ataque de Israel al Líbano con los crímenes de la Alemania nazi.
La propuesta fue presentada a comienzos de octubre a la «Consulta islámica italiana», un grupo asesor, sin ningún valor representativo, integrado por dieciséis personas procedentes de asociaciones de ámbito musulmán. Las líneas generales de la «Carta», de la que no se ha elaborado todavía un texto, incluyen la condena del terrorismo y de la violencia en nombre de la fe, así como algunos aspectos de derechos fundamentales de la persona, como la igualdad entre hombre y mujer y la libertad religiosa (incluida la de convertirse a otra religión), y el reconocimiento del Estado de Israel.
A la propuesta, sin embargo, se opuso precisamente la Unión de Comunidades Islámicas Italianas, promotora del anuncio publicitario que identificaba Israel con la Alemania nazi. No está claro el nivel de representación de esa asociación, que según sus representantes da voz a 240 mezquitas de Italia. Para esta organización, el hecho de que los destinatarios de la «Carta» fueran solo los musulmanes era una muestra de discriminación. Para evitar la ruptura, el Ministerio del Interior comunicó que la «Carta» la deberán firmar todos los extranjeros que deseen vivir establemente en Italia, al margen de su etnia y pertenencia religiosa. Anunció también que un grupo de expertos se encargaría de redactar el texto para antes de fin de año.
Esta decisión, sin embargo, ha sido criticada por los restantes grupos musulmanes e interpretada como una cesión ante el radicalismo de la Unión. Otros hacen notar que nunca ha sido necesario hacer firmar un texto de ese tipo a los inmigrantes de origen no musulmán, ya que sus grupos de origen no han respaldado o encubierto las acciones delictivas cometidas por sus miembros.
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