La iniciativa se inscribe en una perspectiva europea, de cara al jubileo del año 2000
Juan Pablo II exhortó a los italianos a que estén a la altura de la herencia cristiana que ha marcado el desarrollo del país, para que sepan plasmarla en la vida actual «en el plano individual, familiar y social, en la economía y en la política». Este fue el núcleo de la meditación que el Papa pronunció durante la apertura de la «gran oración» por Italia que el mismo Pontífice convocó de cara al jubileo del año 2000.
Se trata de una iniciativa que durará nueve meses y se extenderá a todas las diócesis y parroquias. Uno de sus actos centrales será el congreso eucarístico nacional, del 4 al 5 de junio en Siena. La «gran oración» se clausurará solemnemente en el santuario de Loreto el 10 de diciembre, fecha en la que se conmemora el séptimo centenario del traslado de la «Santa Casa» de Nazareth.
Esta insólita novena de meses fue presentada por el Papa como una ocasión para favorecer la renovación moral del país, que atraviesa una fase de desorientación de ideales y de división. La ceremonia de apertura, una Misa junto a la sepultura de San Pedro en las grutas vaticanas, concelebrada con 29 cardenales y obispos italianos, fue transmitida en directo por la televisión pública y privada.
En el discurso del Papa no hubo referencias concretas a las próximas elecciones generales o una indicación de voto. El Papa trazó una panorámica del patrimonio de fe y cultura presente en la historia de Italia, desde la llegada de San Pedro y San Pablo a Roma, y mencionó con admiración las figuras de santos, artistas y hombres de cultura que a través de los siglos forjaron la historia del país e influyeron decisivamente en la del mundo.
El Papa enmarcó esta «gran oración» en una perspectiva europea. La experiencia italiana tal vez sirva de modelo para los actos que el Pontífice piensa promover como preparación del jubileo del nacimiento de Cristo en el año 2000. Sobre este tema tratará un consistorio extraordinario que reunirá en Roma, los días 9 y 10 de mayo, a los 141 cardenales de todo el mundo.