Juan Pablo II pide a los católicos chinos que superen la división entre «patrióticos» y «clandestinos»

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Roma. Juan Pablo II ha vuelto a demostrar que los católicos de China ocupan un lugar privilegiado en su corazón. Y así, les ha enviado el único mensaje especial que ha escrito con ocasión del comienzo del Gran Jubileo. La iniciativa del Papa es casi una respuesta al propósito manifestado por los católicos chinos de superar sus divisiones con motivo del Año Santo, según revela el propio Juan Pablo II en el mensaje.

La carta, fechada el pasado 8 de diciembre, es una nueva muestra de la solicitud del Papa por los pastores y fieles de China continental, que «no pueden todavía manifestar, de modo pleno y visible, su comunión con la Sede Apostólica». El Papa recuerda que también en China la sangre de los mártires ha sido semilla de cristianos, no sólo en el pasado, pues «¡parece que el tiempo de la prueba todavía no ha terminado en algunos lugares!», exclama.

El mensaje está discretamente sembrado de referencias con las que el Papa subraya que el Evangelio no es ajeno a la realidad de China. Incluso históricamente, afirma, la fe cristiana fue predicada en China en un periodo en el que gran parte de Europa y del resto del mundo todavía no conocía ese mensaje. Aunque sería «una llama que luego se debilitaría», añade, lo cierto es que el cristianismo llegó a China en los siglos V y VI, llevado por grupos de monjes sirios.

El Papa se detiene a explicar el sentido del Gran Jubileo y manifiesta su satisfacción al comprobar que los católicos chinos ya lo han entendido: «Me he enterado con gran alegría de que queréis ofrecer, como el don más precioso para la celebración del Gran Jubileo, la unidad entre vosotros y con el sucesor de Pedro. Tal propósito sólo puede ser fruto del Espíritu Santo, que dirige a su Iglesia a través de las vías, no fáciles, de la reconciliación».

El acento en la necesidad de reconciliación y perdón entre los mismos católicos es un punto importante, pues de los diez millones de católicos que se estima que hay en China, unos cinco siguen la llamada «iglesia patriótica», reconocida por el gobierno, y otros cinco la «iglesia clandestina», que continúa siendo perseguida por su abierta fidelidad a Roma. Entre ambos grupos no han faltado ocasiones de enfrentamiento.

Se sabe, de todas formas, que también los «patrióticos» reconocen la autoridad del Papa. Por ejemplo, según informa la agencia Fides, el obispo «oficial» de Pekín acaba de indicar cuáles serán las cuatro iglesias de la capital donde los fieles podrán lucrar las indulgencias del Gran Jubileo. Y algo similar, siguiendo las indicaciones del Papa, están haciendo los demás obispos. El mismo símbolo del Jubileo está expuesto en la entrada de muchas parroquias. Y son numerosos los fieles chinos que están pidiendo el visado para poder viajar a Roma durante el Año Santo: un gesto sin precedentes, al que el gobierno todavía no ha respondido.

El Papa ha escrito también, con fecha del pasado 7 de diciembre, a los católicos de Macao, invitándoles a seguir en su esfuerzo misionero aún después de la integración de la ex colonia portuguesa en China, el 20 de diciembre. A partir de esa fecha, «la función de puerta hacia China asumirá nuevas formas», de modo que Macao se convertirá en un punto de referencia para todos los católicos de China.

Diego Contreras

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