Casi cinco años después de la firma, la Dieta polaca ha ratificado por fin el concordato entre la Santa Sede y Polonia. Suscrito por el gobierno de la católica Anna Suchocka en julio de 1993, el acuerdo fue congelado antes de su entrada en vigor por la llegada al poder de los ex comunistas liderados por Kwasniewski.
Polonia, país en el que el 90 por ciento de la población es católica, estaba sin concordato desde 1945, cuando los comunistas empezaron a gobernar. Entonces expulsaron al nuncio y rompieron unilateralmente las relaciones con la Santa Sede. Tras la década de los cincuenta y la persecución contra el cardenal Wyszinsky, el Partido tuvo que encontrar un modus vivendi con la Iglesia. Pero el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con la Santa Sede a nivel de embajadores no llegó hasta 1989, en vísperas del primer gobierno democrático polaco desde la II Guerra Mundial.
Desde entonces, la aspiración del Vaticano fue la firma de un concordato que confirmara el reconocimiento jurídico de la Iglesia de mayo de 1989 y regulara temas como los matrimonios canónicos y la enseñanza de la religión. El gobierno de Anna Suchocka, el último antes de la vuelta de los comunistas, logró firmar a fines de julio de 1993 el concordato, pero el Parlamento no llegó a ratificarlo. Ni siquiera una declaración unilateral del gobierno para disipar dudas sobre los temas más discutidos -matrimonio canónico, enseñanza de la religión en la escuela y los enterramientos en cementerios católicos- logró vencer la oposición de la izquierda. El actual presidente de Polonia, el ex comunista Aleksander Kwasniewski, que en su campaña presidencial se declaró contrario al concordato y a los «privilegios» de la Iglesia y abogó por la ampliación del aborto, quiso tras su elección ser recibido por el Papa para «hacerse la foto». Pero el Vaticano retrasó la visita todo lo que pudo y sólo en abril del año pasado Kwasniewski estuvo en Roma con Juan Pablo II. Le valió de poco, pues su partido perdió las elecciones del pasado otoño.
El nuevo parlamento, controlado por Solidaridad y sus aliados, ratificó por fin el concordato el pasado 8 de enero por 274 votos contra 160. La aprobación se realizó a pesar de la oposición de los ex comunistas. Para la entrada en vigor del concordato falta la aprobación del Senado, que será una simple formalidad, y su firma por el presidente, Kwasniewski. Según France Presse, ya ha declarado que lo ratificará.
El concordato reconoce la personalidad jurídica de la Iglesia católica y de sus instituciones, el libre ejercicio de su misión, la enseñanza de la religión en las escuelas públicas, el derecho de la Iglesia a fundar y dirigir centros académicos, y la atención pastoral de los miembros de las fuerzas armadas.
También se reconocen los efectos civiles del matrimonio canónico -una praxis interrumpida por el anterior régimen-, el compromiso de la jerarquía para asegurar la atención pastoral de las minorías étnicas, la obligación del estado de subvencionar la Universidad Católica de Lublin (donde Juan Pablo II fue profesor) y, según sus posibilidades, de contribuir al mantenimiento de los bienes culturales de la Iglesia.