Análisis
La cuestión del celibato sacerdotal se replantea periódicamente, sobre todo cuando es noticia algún fallo de sacerdotes en su conducta sexual. Algunos aseguran que la Iglesia católica tendría un clero más sano y abundante si no reservara el sacerdocio para los dispuestos a vivir el celibato. Al parecer, el celibato desanima a muchos jóvenes y descarta a los casados que desearían ser sacerdotes si pudieran compaginar el ministerio con la vida matrimonial. De ahí la crisis de vocaciones y la reducción del número de clérigos en las últimas décadas. Así se ha vuelto a repetir con motivo de los recientes escándalos en EE.UU.
Pero, antes de cambiar nada, parece oportuno ver qué ha ocurrido entre los ministros de otras Iglesias de EE.UU. a quienes no se exige el celibato. Un reportaje publicado por Associated Press (30-III-2002) con motivo de la reciente Pascua muestra que a los líderes de las principales confesiones protestantes «les preocupa cada vez más la creciente escasez de clero». Hasta hace poco, eran las pequeñas comunidades las que encontraban más dificultades para disponer de un pastor, y tenían que conformarse con alguno a tiempo parcial. Pero ahora la escasez empieza a notarse también en congregaciones grandes, situadas en ciudades atractivas. Los expertos concuerdan en que «no hay suficientes ministros protestantes preparados, dispuestos a servir y cualificados como pastores a tiempo completo de sus congregaciones».
Entre los presbiterianos, un tercio de las 11.200 congregaciones carecen habitualmente de pastor. Y mientras que en 1980 ordenaron a 546 nuevos clérigos, en 2000 fueron solo 367. En consecuencia, si en 1975 el 24% del clero presbiteriano tenía menos de 35 años, en 1999 solo el 7% estaba por debajo de esa edad. Los evangélicos luteranos tienen 2.102 púlpitos vacíos, y solo 211 graduados de sus centros de formación para responder a 445 peticiones de pastor. En la Iglesia luterana del Sínodo de Missouri solo el 8% del clero tiene menos de 35 años. Similar escasez de clero joven se observa en las principales iglesias baptistas, episcopalianas, metodistas, luteranas…
En ese contexto, el descenso de vocaciones sacerdotales entre los católicos no es excepcional ni más grave que el de otras confesiones. La Iglesia católica, que representa el 24,5% de la población, cuenta con 46.000 sacerdotes y 4.500 seminaristas.
Si en las Iglesias donde no se exige el celibato no hay más vocaciones, habrá que buscar otras causas para explicar la escasez. Una bastante clara es el miedo a un compromiso definitivo, temor que surge tanto en el celibato como en el matrimonio, y que explica también la creciente difusión de la cohabitación y del divorcio. Y si ahora hay sacerdotes célibes que no son fieles a su compromiso, tampoco un sacerdote casado estaría vacunado contra la infidelidad o la ruptura matrimonial. Con lo que también habría sacerdotes divorciados, figura no muy ejemplar, como ocurre en otras confesiones.
Para que haya más vocaciones es importante que los propios sacerdotes sean felices en su ministerio y que la gente lo sepa. Sin embargo, la imagen que aparece ante la opinión pública suele ser la del clero más problemático o escandaloso, como ha ocurrido ahora cuando los abusos sexuales han acaparado los titulares periodísticos.
A pesar de todo, los resultados de un estudio sobre el clero de las diferentes confesiones cristianas en EE.UU., terminado el pasado diciembre, antes de que estallaran los escándalos, revela que el 70% del clero está satisfecho con su ministerio. Siete de cada diez pastores o sacerdotes dicen que nunca han pensado abandonar su vocación.
El estudio «Pulpit and Pew», realizado por Duke Divinity School (baptista), mediante largas y profundas entrevistas con 900 clérigos y otras 2.500 respuestas a cuestionarios por correo, se extiende a protestantes, católicos y clero de otras confesiones. «Nos ha sorprendido que tantos sacerdotes estén satisfechos con el camino elegido y que tan pocos duden de su llamada», dice en declaraciones al Washington Times el Rev. Jackson Carroll, director del proyecto. El obispo de la Unión Metodista Kenneth Carder piensa que el nivel de satisfacción debe darse a conocer a las Iglesias y a los padres de los candidatos al sacerdocio, y ser usado para cambiar la imagen del clero en los medios de comunicación, que en los últimos tiempos «no ha sido muy positiva».
Juan Domínguez