El P. Shay Cullen, misionero irlandés de la Sociedad de San Columbano, trabaja en Filipinas desde 1969, y en 1974 puso en marcha la Fundación Preda, para liberar y rehabilitar a menores explotados por las redes de prostitución. En una entrevista publicada en Misioneros Tercer Milenio (diciembre 2010) explica esta labor.
La pederastia en Filipinas y otros países asiáticos, señala el P. Cullen, ha aumentado en los últimos tiempos, impulsada por “turistas sexuales” que vienen de Occidente. “La era de Internet ha abierto la puerta a la proliferación de la pornografía de menores, de los que se abusa horriblemente. La falta de acción de los gobiernos, que no promulgan leyes para obligar a los servidores de Internet a filtrar y bloquear el acceso a estas páginas web, hace que los pederastas y turistas sexuales encuentren fácilmente lugares donde dar rienda suelta a sus instintos. (…)
”Esta laguna legal contribuye al turismo sexual a gran escala, que se nutre de niños pobres que son vendidos con total impunidad. Los que lo practican son individuos que saben que no pueden dedicarse en sus propios países al abuso de niños, porque hay leyes que lo castigan con dureza, y vienen a otros lugares del mundo donde o no existen leyes similares o nadie se preocupa de hacerlas cumplir”.
Además, es difícil que los propios niños explotados denuncien los abusos a las autoridades. “Todos ellos vienen de familias pobres y los dueños de los bares donde se les emplea prometen que pagarán la educación de sus hijos. Cuando los padres aceptan dinero, se crea una situación de trabajo forzado de la que no es fácil escapar”.
De ahí que la acción de organizaciones como la Fundación Preda sea para muchos niños la única posibilidad de liberación, y el principal enemigo de los explotadores. “Las mafias que operan en Filipinas, en colaboración con políticos y policías corruptos, nos han acosado por rescatar a estos niños y denunciar esta realidad”. En 1996, el P. Cullen fue detenido y maltratado por delatar la colusión entre las redes de prostitución infantil que ofrecían chicas menores de edad a los soldados de la base estadounidense de Subic Bay y el ayuntamiento de la ciudad vecina.
La Fundación Preda facilita un hogar seguro a las víctimas de pederastia. “Les damos protección y formación moral para que tengan esperanza en un futuro mejor, basado en afianzar su bondad, para que encuentren a Dios y recuperen su dignidad perdida”. También les permite aprender un oficio con que ganarse la vida en una fábrica de productos de artesanía promovida por la propia fundación. Y mantiene “un proyecto de comercio justo para ayudar a pequeños agricultores, a los que compramos mangos que secamos para venderlos en Filipinas y en el extranjero. Es una manera de ayudar a cientos de familias para que no tengan que hipotecar sus hijos entregándolos a las mafias”.
Niños con sida en Tailandia
También Tailandia es un destino importante del turismo sexual. Allí es uno de los factores que contribuyen a la extensión del sida, explica Mons. George Yod Phimphisa, obispo emérito de Udon Thani, a Zenit. El fenómeno está muy ligado a la prostitución, pagada por clientes extranjeros y nacionales. Durante muchos años “los tailandeses (…) no se tomaron en serio la amenaza del sida”. La situación ha cambiado, pero la conciencia del peligro se ha vuelto contra otras víctimas: los niños infectados.
“La gente ahora tiene tanto miedo al sida -explica el obispo-, que cuando nace un niño de padres con sida se vuelve un estigma social. En mi diócesis la mayoría de la gente vive en las aldeas y muchos de ellos tienen mucho tiempo libre debido a que el trabajo en las granjas depende de las estaciones, o no hay bastante trabajo. Van a las grandes ciudades a trabajar. Los hombres, especialmente después del trabajo, utilizan los servicios de prostitutas y contraen el sida. Estos mismos hombres vuelven luego a su casa y tienen relaciones con sus esposas: nace un niño con sida. Una vez que descubren que su hijo tiene sida temen que el niño infecte a los demás. Rechazan a estos niños y nos los envían”.
En la zona a la que se refiere el obispo, al noreste del país, trabaja el padre redentorista norteamericano Michael Shea, que dirige la Casa Sarnelli para niños con sida. “Es un hospicio y orfanato en la aldea de Donwai, cerca de la ciudad de Nong Khai. La Casa Sarnelli proporciona un ambiente seguro, sano y de cariño a niños de entre 8 meses y 15 años”, 160 actualmente.
El P. Shea “ha construido tres casas separadas, para los chicos más mayores, las chicas y los más pequeños. Lleva con esto más de 15 años. Algunos niños han sobrevivido. No han muerto. Con los supervivientes, tras el tercer año, sabes si tienen sida o no”.
Mons. Phimphisa señala que existe una iniciativa similar por parte budista, la religión mayoritaria en el país. “Hay un monasterio muy grande y un monje en Tailandia que está acogiendo a gente con sida”.