La visita apostólica a Irlanda, presidida por cuatro prelados nombrados por la Santa Sede, dio una especial prioridad a las reuniones con víctimas de abusos. El eco de esas conversaciones parece traslucirse en el tono que usa la síntesis de las conclusiones para referirse a esos crímenes. “Hay que reconocer, con gran dolor y vergüenza, que en el seno de la comunidad cristiana, menores inocentes fueron objeto de abusos por parte de clérigos y religiosos a cuyo cuidado habían sido confiados, y quienes tenían el deber de vigilar, en muchos casos no lo cumplieron”. Y un poco más adelante se dice: “Por estas faltas, una vez más hay que pedir perdón: ¡a Dios y a las víctimas!”.
La síntesis de las conclusiones señala que los abusos de menores han dejado huella en Irlanda. Ha habido una pérdida de confianza en la Iglesia. Muchos sacerdotes y religiosos inocentes se han visto salpicados por el descrédito que merece una minoría de ellos. Algunos se han sentido poco defendidos por sus superiores, que a su vez, en no pocos casos, se han sentido desbordados y solos.
Para ayudar a prevenir tales delitos y a que se produzca la necesaria renovación en la Iglesia, Benedicto XVI anunció hace dos años, en su Carta a los católicos de Irlanda, el envío de una visita apostólica. Como precisó la Santa Sede en un comunicado cuando iban a comenzar los trabajos, la visita ha tenido carácter pastoral: no pretendía interferir con la actividad de las autoridades eclesiásticas ni civiles irlandesas en materia de abusos de menores.
La visita se desarrolló entre noviembre de 2010 y mayo de 2011. Los delegados de la Santa Sede la llevaron a cabo en las cuatro archidiócesis irlandesas, en los cuatro seminarios o centros de formación sacerdotal (incluido el Colegio Irlandés de Roma) y en 31 institutos religiosos. Además, se reunieron con todos los obispos sufragáneos y se ofrecieron a hablar personalmente con todos los sacerdotes ordenados en los tres años anteriores.
Después, la Santa Sede elaboró, como había anunciado en otro comunicado al final de la visita, una síntesis de las conclusiones, que se presentaron al público el pasado 20 de marzo en Dublín.
Mejoras logradas y tareas pendientes
En las conclusiones, la visita destaca que, a partir de los años noventa, la Iglesia irlandesa mejoró mucho la prevención de los abusos, la asistencia a las víctimas, la investigación de las denuncias y el procesamiento de los acusados. Dos medidas se han demostrado especialmente eficaces para combatir los abusos. Una es la creación, en 2006, de la Comisión Nacional para la Protección de Menores en la Iglesia Católica (NBSCCC), que asesora y vigila a las diócesis y a los institutos religiosos en esta materia. La otra es las Directrices (Guidelines) para prevenir e investigar abusos y asistir a las víctimas. La NBSCCC realiza auditorías periódicas de las diócesis y los institutos religiosos para comprobar si aplican las Directrices.
La visita apostólica elogia el trabajo de la NBSCCC y pide a los obispos y superiores religiosos que le faciliten más personal y más dinero. Dice también que se deben actualizar las Directrices según las últimas normas dadas, el año pasado, por la Santa Sede (cfr. Aceprensa, 17-05-2011), y para crear un modelo único de procedimiento para todas las diócesis e institutos. Además, pide que se reorganicen los tribunales eclesiásticos, escasos de personal, para que resuelvan cuanto antes los casos pendientes. Y señala que los responsables de las diócesis e institutos religiosos deben seguir dedicando “mucho tiempo” a escuchar a las víctimas.
En los seminarios, la visita vio que todos tienen normas claras sobre protección de menores. Las conclusiones señalan varias mejoras: adoptar criterios de admisión más coherentes, que en los edificios de los seminarios residan solo los alumnos y los formadores, que los obispos presten más atención al gobierno de los seminarios. También dicen que se refuerce la formación de los candidatos, especialmente en dos aspectos: la preparación para vivir el celibato sacerdotal y la protección de menores.
A los religiosos dicen que todos los institutos preparen un programa de tres años para renovarse espiritualmente y profundizar en el carisma de cada uno. También deben hacer una auditoría de sus archivos de personal.
Finalmente, la visita hace recomendaciones de carácter más general: dar más formación cristiana a los fieles, favorecer la actividad de los movimientos eclesiales, prestar mayor atención a los laicos, cuidar las relaciones con los medios de comunicación. Y advierte que ha detectado una tendencia, “no dominante pero bastante extendida”, a sostener opiniones teológicas discordantes con la doctrina de la Iglesia, tanto en sacerdotes y religiosos como en laicos.
Negligencias del Estado
También el gobierno irlandés prosigue sus investigaciones sobre sus propias negligencias en la protección de menores. El 21 de marzo, la ministra de Infancia y Juventud, Frances Fitzgerald, anunció que dentro de algunas semanas aparecerá un informe sobre la muerte de niños en instituciones del Estado. El documento lleva retraso, pues debería haberse publicado a finales de 2011. Los casos estudiados son 115 y ocurrieron entre de 2000 y 2010.
Otra investigación civil es la que ha abierto el ombudsman de la Garda (policía nacional irlandesa) sobre negligencias en casos de abusos de menores en 1996 (cfr. Irish Independent, 22-03-2012). Una chica dijo a un obispo que había sido objeto de abusos por parte de un sacerdote, y el obispo lo comunicó a la Garda. En el caso de otra chica, víctima del mismo clérigo, fueron los servicios de salud los que acudieron a la comisaría. Pero la Garda no hizo nada con ninguna de las denuncias.
La ministra de Infancia dijo en las mismas declaraciones que “tanto la Iglesia como el Estado fallaron a los menores”, y calificó positivamente la publicación de las conclusiones de la visita apostólica.