Un obispo chino de la Iglesia católica «clandestina» Joseph Han Zhihai ha escrito una carta a otros obispos, tanto de la Iglesia «oficial» como de la «clandestina», abogando por la comunión entre las dos comunidades católicas. El diario italiano Avvenire (7 septiembre 2003) se hace eco de la misiva.
Joseph Han Zhihai, de 39 años, es obispo de Lanzhou, en la provincia noroccidental de Gansu, una de las regiones donde es más fuerte la persecución. En su carta -escrita el pasado julio- escribe: «No podemos ignorar por más tiempo la plegaria de Jesús: Que todos sean uno. Como obispo, pastor de la diócesis de Lanzhou, siento que estoy obligado a decir a mis hermanos obispos: liberemos a los católicos chinos de esta ambigua situación de división. El deseo del Papa, muchas veces expresado… nos invita a reconciliarnos», exhorta.
Durante casi cincuenta años, el gobierno ha tratado por todos los medios de controlar y aislar a la Iglesia china de sus relaciones con Roma y con la comunidad católica universal. Mientras la Asociación Patriótica proclamaba el programa de las «Tres Autonomías» (de doctrina, de jerarquía, de administración), rozando el cisma, muchos obispos, sacerdotes y fieles, para no traicionar la relación con el Papa, aceptaron la persecución, la prisión y la muerte.
El resultado ha sido una fuerte división entre las dos comunidades, hasta rechazar la celebración eucarística común. Así lo recuerda monseñor Han: «Lamentamos mucho [la división]… pero hemos preferido esa situación antes que tener a toda la Iglesia china separada de Roma».
En los últimos veinte años ha habido cambios importantes: muchos obispos y sacerdotes de la Iglesia «oficial» han pedido y obtenido la reconciliación con la Santa Sede, convirtiéndose en obispos de la Iglesia católica a todos los efectos. (…) Los esfuerzos continuos de Juan Pablo II para la reconciliación de la Iglesia, así como su actitud de apertura hacia Pekín, manifestando el deseo de la Iglesia de servir al pueblo chino, han hecho el resto. Hoy día, más del 80% de los obispos oficiales están en comunión con el Papa. «Junto con los obispos no oficiales -escribe Mons. Han-, los obispos legítimos forman la mayor parte de los obispos chinos».
Este cambio no ha entrado todavía en la mentalidad de los fieles: todavía hoy, sobre todo en algunas partes de China donde los fieles han sufrido mayor persecución, la relación entre las dos comunidades es difícil y no celebran juntas la Eucaristía.
Otro elemento que contribuye a la división es, de una parte, el temor de algunos obispos «oficiales» a proclamarse públicamente en comunión con el Papa; de otra, la rigidez de algunos miembros de la Iglesia clandestina, que no son comprensivos con los más débiles. Por ello, Mons. Han propone: «Digamos con claridad a nuestros fieles que estamos en unidad de fe con el Santo Padre y con la Iglesia universal, de forma que sea claro a unos y otros de qué parte estamos. De esta forma podremos en paz, pero valerosamente, encontrarnos y celebrar en la Eucaristía nuestra unidad en Cristo».
Entre muchos obispos chinos la colaboración existe, aunque no sea pública. Hace meses, un obispo de la Iglesia «oficial» nos confirmó que «la Iglesia de China ya es una», y en muchas diócesis los pastores colaboran juntos en la pastoral.
De ello se han percatado el gobierno y la Asociación Patriótica, que en los últimos años no hacen más que incrementar las normas y las condiciones de control de la Iglesia «oficial»; mientras, los fieles de la Iglesia «clandestina» sufren encarcelamientos. Pero parecen los últimos coletazos de una partida que está perdida.