Un trabajo de investigación, publicado en julio de 2001 por la revista Psychological Medicine, aprecia una asociación entre práctica religiosa y menor índice de depresión entre los ancianos europeos. Especialmente, cuando esa práctica religiosa va unida a unos valores que facilitan hacer frente a las adversidades comunes al final de la vida.
La investigación, coordinada por el Departamento de Psiquiatría de la Universidad Libre de Amsterdam, forma parte del proyecto Eurodep y ha contado con la financiación de los programas Biomed de la Unión Europea. Los 16 autores del trabajo han relacionado, en un primer nivel, los índices de depresión entre ancianos con su asistencia a la iglesia y su específica confesión religiosa. Estos datos, recabados en cinco países entre 8.398 personas, se han completado, en una segunda fase, con otros sobre el clima religioso proporcionados por la Encuesta Europea de Valores y las bases de datos sobre síntomas depresivos de 13 centros de investigación médica integrados en el proyecto Eurodep. Estos centros tienen datos sobre casi 18.000 pacientes de 11 países europeos.
Múnich y Äthäri (Finlandia) son las ciudades con una tasa más alta de ancianos con depresión. Los resultados más satisfactorios se han hallado en dos ciudades de mayoría católica, Dublín y Zaragoza. Los autores del estudio destacan en los resultados que las menores tasas de depresión se encuentran entre las mujeres practicantes de países de mayoría católica, mientras que las tasas más altas corresponden a hombres de países protestantes.
El coordinador del estudio en España, Antonio Lobo, jefe del servicio de Psicosomática del Hospital Clínico Universitario de Zaragoza, ha declarado a Diario Médico (27-IX-2001) que interpreta los datos como «una confirmación de que las creencias de las personas que potencian valores arraigados y la práctica de los mismos, sirven como apoyo a los fieles en los momentos de mayor crisis».