La Santa Sede publica la primera síntesis de doctrina social

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Roma. Las crisis nacionales e internacionales tienen su origen, con frecuencia, en injusticias que acaban provocando reacciones disparatadas. En el debate político, y en las contiendas electorales, están cada vez más presentes cuestiones que afectan directamente a la dignidad humana. La Iglesia católica ha contribuido con su doctrina social a dar orientaciones sobre estos complejos problemas. Esta doctrina, diseminada en distintos documentos, ha sido reformulada y presentada ahora por la Santa Sede en un «Compendio de la doctrina social de la Iglesia».

Siguiendo un encargo de Juan Pablo II, el Consejo Pontificio «Justicia y Paz» acaba de publicar el «Compendio de la doctrina social de la Iglesia», la primera síntesis ordenada del magisterio de la Iglesia en este campo. El libro se presenta como un manual de lectura y consulta de 520 páginas de extensión, de las que 200 están dedicadas a índices muy detallados.

La publicación está dividida en doce capítulos que tratan temas como los derechos humanos, la familia, el trabajo, la paz, el terrorismo, la democracia o las relaciones internacionales. La mayoría de las más de 1.200 citas proceden de la Sagrada Escritura, del magisterio pontificio (desde León XIII a Juan Pablo II) y de otros documentos eclesiásticos, entre los que destacan los del Concilio Vaticano II y el «Catecismo de la Iglesia católica».



Para el profesor Enrique Colom, ordinario de Teología Moral en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz (Roma), el «Compendio» resulta de particular interés y actualidad, no sólo para los católicos. «Trata de la doctrina social de la Iglesia y, por tanto, se parte de la Revelación. Pero casi todo lo que dice son contenidos que se pueden deducir con la razón, siempre que se ponga a la persona humana -y no al dinero o al poder- en la cumbre de los valores terrenos».

— Ante muchas cuestiones, sin embargo, se argumenta que los cristianos no pueden imponer a los demás sus propias convicciones.

— Toda persona actúa según sus propias convicciones, aunque sea la convicción utilitarista de hacer en cada momento lo que más le beneficie. Si un católico piensa que no debe actuar coherentemente con su fe para «no imponer a los demás sus propias convicciones», lo que demuestra es que no tiene convicciones, sino que ve esos criterios como algo exterior, casi como un peso. En el fondo, carece de la formación adecuada. Pienso que el «Compendio» le puede ayudar a entender el porqué de esos criterios, las razones -también humanas- que muestran que ese es el mejor modo de hacer las cosas. El «Compendio» subraya la libertad de los católicos en cuestiones políticas, económicas, etc., y recuerda que debe existir unidad en los valores que son fundamentales.

— ¿Y para los que no son católicos?

— La Iglesia no pretende imponer un «dogma católico», sino recordar qué es lo bueno para el ser humano. En el plano social ocurre lo mismo que en otros ámbitos: los planteamientos equivocados pasan luego factura. Durante años se han alimentado las vacas con piensos que eran dañinos. Al final, se pagan las consecuencias, y el problema de las vacas locas lo demuestra. En la vida social sucede otro tanto: una situación de injusticia, por ejemplo, acaba desencadenando nuevos problemas. Construir una sociedad justa interesa a todos.

Diego Contreras

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