¿La teología de la liberación, rehabilitada?

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¿La teología de la liberación, rehabilitada? Este es el diagnóstico que han hecho algunos a raíz de varios signos concatenados: la traducción al italiano de un libro sobre la teología de la liberación, escrito entre el arzobispo Gerhard Ludwig Müller, actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y el “padre” de esta corriente teológica, el peruano Gustavo Gutiérrez; la presentación del libro en una doble página en L’Osservatore Romano; y la audiencia concedida por el Papa Francisco a Gustavo Gutiérrez, todo en pocas semanas.

El libro, titulado en italiano Dalla parte dei poveri. La teologia della liberazione, había sido publicado originalmente en Alemania en 2004, sin que llamara especialmente la atención. Cada uno de los dos autores trata el tema según su propio pensamiento, Gutiérrez en 117 páginas y Müller en 76. Müller, entonces obispo de Ratisbona, sería nombrado por Benedicto XVI en 2012 prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y ya antes editor de sus obras completas. Es sabido que Müller y Gutiérrez son buenos amigos.

La edición italiana del libro ha sido presentada en una doble página de L’Osservatore, con una reseña elogiosa de Ugo Sartori, director de la revista Il Mesaggero di Sant’Antonio, publicación vinculada a Edizioni Messagero Padova, coeditora del libro en Italia.

Para Bergoglio, el peligro de una infiltración ideológica en la teología de la liberación fue real, pero ha ido decayendo

Las dos Instrucciones
Todo esto ha llevado a hablar de un clima de apaciguamiento respecto a esta corriente teológica, desarrollada en América Latina, cuyas desviaciones fueron criticadas en dos instrucciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe en los años ochenta: las instrucciones Libertatis nuntius (1984) y Libertatis conscientia (1986). La utilización del análisis marxista, la politización de la fe y su modo de entender la liberación que trae Cristo fueron algunos de los reproches importantes que se hicieron a algunas formas de la teología de la liberación, las más difundidas de hecho.

Ahora, el mensaje del papa Francisco “Sueño con una Iglesia pobre y para los pobres” ha sido presentado apresuradamente por algunos como una absolución de la teología de la liberación, que colocaba a los pobres en el centro de su reflexión. Sin embargo, una cosa es subrayar la “opción preferencial por los pobres”, que forma parte de la doctrina social de la Iglesia, y otra asumir las tesis de la teología de la liberación.

También hay que tener en cuenta que han pasado treinta años desde esos pronunciamientos del Magisterio de la Iglesia, y que entre tanto también se ha desvanecido el atractivo “científico” que entonces tenía el análisis marxista en ámbitos teológicos. Al mismo tiempo, el propio desarrollo económico en América Latina ha ido reduciendo la pobreza, sobre todo en países que no han optado por soluciones socialistas.

Un libro presentado en “L’Osservatore Romano” y la audiencia del Papa a Gustavo Gutiérrez se interpretan como un signo de reconciliación

La opinión de Bergoglio sobre la teología de la liberación
Para saber lo que pensaba el cardenal Bergoglio sobre la teología de la liberación se pueden leer sus respuesta al respecto en el libro de entrevistas El jesuita (2010). Recuerda allí que en las dos instrucciones vaticanas “se señalan sus límites (uno de los cuales es la apelación a la hermenéutica marxista de la realidad), pero también se muestran sus aspectos positivos”. Es decir, “la posición de la Iglesia en esta materia es amplia” y “tampoco hablaría de una condena en el sentido legal de ciertos aspectos, sino de una denuncia”.

La denuncia tendría que ver con las desviaciones ideológicas a las que dio origen esta corriente. “La mayor preocupación por los pobres que irrumpió en el catolicismo en los años sesenta constituía un caldo de cultivo para que se metiera cualquier ideología”, explicaba Bergoglio. “Esto podría llevar a que se desvirtuara algo que la Iglesia pidió en el Concilio Vaticano II y viene repitiendo desde entonces: abrazar el camino justo para responder a una exigencia evangélica absolutamente insoslayable, central, como la preocupación por los pobres, lo que a mi juicio aparece maduro en la conferencia de obispos de Aparecida”.

Bergoglio reconocía que “desviaciones hubo”, pero también hubo muchos agentes de pastoral “que se comprometieron como lo quiere la Iglesia”.

“El peligro de una infiltración ideológica fue desapareciendo en la medida en que fue creciendo la conciencia sobre una riqueza muy importante de nuestro pueblo: la piedad popular. (…) En la medida en que los agentes pastorales descubren más la piedad popular, la ideología va decayendo, porque se acercan a la gente y su problemática con una hermenéutica real, sacada del mismo pueblo”.

Este apego a la realidad aleja a Bergoglio de connotaciones ideológicas. Como ha escrito Matteo Matzuzzi: “Más que una teología de la liberación, la de Bergoglio es teología del pueblo, donde no tienen lugar las apelaciones a la lucha de clases, a la teoría de la dependencia, al pecado estructural y social. La suya es una lectura meramente evangélica” (Il Foglio quotidiano, 12-09-2013).

Elementos positivos
Quizá, en la medida en que una parte de la teología de la liberación se ha ido liberando de adherencias ideológicas, Roma cree llegado el momento de aprovechar sus elementos positivos. Gustavo Gutiérrez parece acogerse a esta interpretación. En declaraciones a L’Osservatore dice respecto a las Instrucciones de 1984 y 1986. “En la primera Instrucción se dice que después se elaboraría un documento más positivo. Un modo de decir que aquello era un texto negativo, que miraba solo a los errores. El deber del Magisterio es hacer observaciones, aunque en el primer documento se habla de la teología de la liberación en un modo muy genérico. La teología de la liberación está hecha de nombres y de personas, no de ideas sacadas de su contexto. La segunda instrucción vaticana trata de comprender mejor el sentido de esta teología. Pero todo esto pertenece ya al pasado, porque hoy la teología de la liberación es más conocida y por lo tanto más apreciada que en el pasado”.

Se advierte en el teólogo peruano la intención de presentar esas críticas como agua pasada, que ya no tendría que ver con la teología de la liberación actual. Pero la doctrina entonces sentada por el Magisterio sigue siendo piedra de toque para una correcta teología de la liberación.

Así lo advertía recientemente uno de sus promotores de entonces, Clodovis Boff, hermano de Leonardo, que a diferencia de este rectificó sus desviaciones. Clodovis reconoce ahora que “en los dos documentos publicados, Ratzinger defendió el proyecto esencial de la teología de la liberación: el compromiso con los pobres como resultado de la fe. Al mismo tiempo, criticaba la influencia marxista (…) El documento de 1986 señala la primacía de la liberación espiritual, perenne, sobre la liberación social, que es histórica. Las corrientes hegemónicas de la teología de la liberación prefirieron no comprender esta distinción. Esto ha hecho, con frecuencia, que esa teología haya degenerado en ideología”.

A juicio de Clodovis Boff, el error fatal en que incurrió la teología de la liberación de cuño marxista fue poner al pobre como “principio operativo de la teología”, en sustitución de Dios y de Jesucristo.

Falta por ver si los cultivadores de esta teología son todavía nostálgicos de las corrientes de hace treinta años o quieren incorporarse a la tarea evangelizadora que hoy impulsa el Papa Francisco.

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