Las bazas del catolicismo

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Contrapunto

Cada cierto tiempo suele decirse que si la Iglesia católica no cambia tal o cual doctrina o práctica, no tendrá futuro. El objeto de cambio varía según las tendencias del momento; lo permanente es la necesidad de adaptarse a lo que se lleva, so pena de perder el tren de la historia. Lo curioso es que los que invitan a no perder el tren, suelen esperarlo en estaciones donde ya sólo quedan vías muertas.

Esta constante se ha comprobado una vez más en el catolicismo holandés, del que quizá tenemos una imagen desfigurada. Recientemente la prensa se ha hecho eco de las conversiones al catolicismo de algunos personajes conocidos (cfr. servicio 64/96). Estos nuevos creyentes tienen en común que son jóvenes, intelectuales y atraídos por el catolicismo genuino. Puestos a buscar un sentido religioso a sus vidas, rechazan las imitaciones.

Tan innegable es el fenómeno, que la prensa sigue buscando las claves de este revival del catolicismo. Así lo hacía recientemente en el diario liberal NRC Handelsblad (8-VI-96) el sociólogo A.C. Zijderveld, profesor de la Universidad Erasmus de Rotterdam.

Aunque se considera agnóstico y no perteneciente a ninguna Iglesia, Zijderveld advierte que la religión tiene el atractivo de lo permanente en un mundo de vanguardias desarraigadas. «La religión supera esta especie de banalidad, posee la paz y la estabilidad de la metafísica, ofrece normas que traspasan el aquí y ahora e incluso se jactan de ser válidas para la eternidad».

Dentro del renovado interés por la religión, Zijderveld piensa que el catolicismo lleva las de ganar. Al ser el juicio de un agnóstico, no cabe esperar que sus razones se apoyen en la verdad de la fe o en el poder de la gracia de Dios. Pero no deja de ser llamativo que el sociólogo cite entre las mejores bazas culturales del catolicismo algunos rasgos que otros han pretendido anular precisamente en nombre de la adaptación a la cultura moderna.

El catolicismo, explica Zijderveld, está especialmente adaptado a la cultura audiovisual en que vivimos. Otras grandes religiones monoteístas, como el islam, el judaísmo o el protestantismo calvinista, han sido en cierto modo iconoclastas. «El catolicismo, por el contrario, ha sido siempre una cultura audiovisual, que ha sabido asociar de modo ejemplar la estética de la música y de las imágenes con el aspecto racional de la palabra y la organización». En esta línea, Zijderveld destaca el valor del gregoriano, del culto a María, de las fiestas de la religiosidad popular, y el hecho de que Roma dicte con claridad normas morales. Zijderveld concluye que si la Iglesia católica no se «moderniza» o no se protestantiza, será la religión del futuro.

El diagnóstico se apoya en razones más o menos discutibles, y de hecho ha levantado ampollas en algunos sectores. Pero se ve que cuando un sociólogo, sin «prejuicios» religiosos, lee los signos de los tiempos, a veces llega a conclusiones que no tienen nada que ver con las adaptaciones religiosas que otros presentan como exigencias de la sociedad moderna.

Juan Domínguez

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