En su viaje a Turquía Benedicto XVI ha dejado con palabras y gestos un mensaje que aboga por el diálogo: diálogo con los cristianos ortodoxos para llegar a la plena unidad y acción común para defender la herencia cristiana en Europa; diálogo con los musulmanes para llegar a un mejor conocimiento mutuo; y una llamada al respeto de la libertad religiosa, dentro de la laicidad del Estado turco.
Las bases del diálogo entre cristianos y musulmanes
El diálogo entre cristianos y musulmanes fue abordado por Benedicto XVI en el discurso que pronunció al ser recibido por el presidente para los Asuntos Religiosos, el profesor Ali Bardakoglu.
«Los cristianos y los musulmanes pertenecen a la familia de quienes creen en el único Dios y, según sus respectivas tradiciones, son descendientes de Abraham». Con esta » unidad humana y espiritual de nuestros orígenes y de nuestros destinos», dijo el Papa, cristianos y musulmanes están en condiciones de ofrecer una contribución específica a las aspiraciones y necesidades de la sociedad actual.
En particular, «estamos llamados a trabajar juntos para ayudar a la sociedad a abrirse a la trascendencia, reconociendo a Dios omnipotente el lugar que le corresponde. La mejor manera para avanzar es el diálogo auténtico entre cristianos y musulmanes, basado en la verdad e inspirado por el sincero deseo de conocernos mejor mutuamente, respetando las diferencias y reconociendo lo que tenemos en común. Esto llevará al mismo tiempo a un auténtico respeto por las opciones responsables de cada persona, especialmente las que afectan a los valores fundamentales y a las convicciones religiosas personales.»
En este punto el Papa insistió en que «la libertad de religión, garantizada institucionalmente y efectivamente respetada, tanto a los individuos como a las comunidades, constituya para todos los creyentes la condición necesaria para su contribución leal a la edificación de la sociedad».
Libertad religiosa en Turquía
En el encuentro que mantuvo con el Cuerpo Diplomático acreditado en Ankara, Benedicto XVI abogó por una laicidad que respete la libertad religiosa. Sin referirse a las restricciones que todavía encuentran los cristianos en el país, el Papa señaló de modo positivo el ideal que hay que alcanzar.
«Turquía, que desde siempre se encuentra en una situación de puente entre Oriente y Occidente, entre el Continente asiático y el europeo, de cruce de culturas y de religiones, se ha dotado durante el pasado siglo de medios para convertirse en un gran país moderno, particularmente optando por un régimen laico, distinguiendo claramente la sociedad civil y la religión, permitiendo de este modo a cada una ser autónoma en su propio ámbito, siempre respetando la esfera de la otra. El hecho de que la mayoría de la población de este país sea musulmana constituye un elemento significativo en la vida de la sociedad, a la que el Estado debe tener en cuenta, pero la Constitución turca reconoce a todo ciudadano los derechos a la libertad de culto y a la libertad de conciencia. Es deber de las autoridades civiles en cada país democrático garantizar la libertad efectiva de todos los creyentes y permitirles organizar libremente la vida de la propia comunidad religiosa.»
«Obviamente, deseo que los creyentes, de cualquier comunidad a la que pertenezcan continúen beneficiándose de estos derechos, con la certeza de que la libertad religiosa es una expresión fundamental de la libertad humana y de que la presencia activa de las religiones en la sociedad es un factor de progreso y de enriquecimiento para todos.»
«Esto implica, ciertamente, que las religiones por su parte no busquen ejercer directamente un poder político, porque no están llamadas a ello y, en particular, que renuncien absolutamente a justificar el recurso a la violencia como expresión legítima de la práctica religiosa.»
Aliento a la pequeña comunidad católica
En el santuario de la Casa de la Madre María, a 4 km de Efeso, el Papa se encontró con la comunidad católica residente en Turquía.
«Queridos hermanos y hermanas -concluyó el Santo Padre la homilía de la Misa-, con esta visita he querido que sintierais el amor y la cercanía espiritual, no solamente míos, sino de la Iglesia universal a la comunidad cristiana que aquí, en Turquía, es efectivamente una pequeña minoría y afronta un día tras otro no pocos retos y dificultades». Y les invitó a recordar el Magnificat de María, «con alegría, incluso cuando estamos sometidos a dificultades y peligros, como atestigua el hermoso testimonio del sacerdote romano Andrea Santoro (asesinado en febrero en una iglesia de Trebisonda) al que recuerdo en esta ceremonia».
La unidad entre católicos y ortodoxos
Con el objetivo de superar el obstáculo más importante en el camino hacia la unidad plena entre católicos y ortodoxos, Benedicto XVI relanzó ante el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, la oferta de dialogar sobre el ejercicio del primado del Papa.
La propuesta la hizo en la catedral de San Jorge en el Fanar (Estambul), al final de la Divina Liturgia de la fiesta de San Andrés. El Papa asistió en un puesto de honor sin poder concelebrar, a causa de la división entre las dos iglesias.
«Confesamos con gran tristeza que no podemos todavía celebrar los sacros misterios unidos y oramos por el día, en el cual se ha de realizar plenamente esta unión», reconoció Bartolomé I en la homilía.
El Patriarca dio gracias a Dios por la presencia de Benedicto XVI en la Divina Liturgia: «Saludamos, pues, en agradecimiento, esta presencia como una bendición de Dios y también como una expresión y demostración de la común voluntad de que sigamos inconmoviblemente, en espíritu de amor y de fidelidad hacia la verdad del Evangelio y de la común tradición de nuestros padres, la dirección hacia la reconstitución de la plena comunión de nuestras Iglesias, lo cual constituye su voluntad y su mandato», dijo.
Por su parte, el Papa explicó en el discurso que «mi presencia hoy aquí pretende renovar nuestro compromiso de continuar juntos por el camino que lleva al restablecimiento -con la gracia de Dios- de la plena comunión entre la Iglesia de Roma y la Iglesia de Constantinopla. Puedo aseguraros que la Iglesia católica está dispuesta a hacer todo lo posible para superar los obstáculos y para buscar, junto con nuestros hermanos y hermanas ortodoxos, medios de cooperación pastoral cada vez más eficaces con ese fin».
El ejercicio del ministerio del Papa
Evocó las figuras de los dos hermanos apóstoles, Simón Pedro y Andrés, que «fueron llamados juntos a ser pescadores de hombres. Pero esa misma misión tomó formas distintas, según cada uno de ellos. Simón, a pesar de su fragilidad personal, fue llamado «Pedro», la «roca» sobre la que la Iglesia había de edificarse; a él se le encomendaron en particular las llaves del Reino de los Cielos (cf. Mateo 16, 18). Su itinerario le llevaría de Jerusalén a Antioquía y de Antioquía a Roma, para que en esta ciudad pudiera ejercer una responsabilidad universal. Por desgracia, la cuestión del servicio universal de Pedro y de sus sucesores ha dado lugar a nuestras diferencias de opinión, que confiamos superar gracias también al diálogo ecuménico recientemente reanudado.»
Recordó que en su encíclica «Ut unum sint» (25 de mayo de 1995), el Papa Juan Pablo «invitó a emprender un diálogo fraterno para de encontrar formas de ejercicio del ministerio petrino hoy en día, respetando su naturaleza y esencia, de manera que pueda realizar un servicio de fe y de amor reconocido por unos y otros. Es mi deseo, en este día, evocar y renovar esta invitación», afirmó el pontífice.
Benedicto XVI subrayó también que católicos y ortodoxos tienen una misión común que cumplir en la Europa actual, para cumplir el encargo de evangelización que nos dejaron San Pedro y San Andrés. Este encargo «resulta hoy más urgente y necesario que nunca, ya que no se dirige tan sólo a las culturas marginalmente alcanzadas por el mensaje evangélico, sino también a las culturas europeas enraizadas desde hace siglos en la tradición cristiana. El proceso de secularización ha debilitado el arraigo de dicha tradición, que es puesta en tela de juicio e incluso rechazada. Ante esta situación, tenemos la misión, junto con las demás comunidades cristianas, de recordar a la conciencia europea sus raíces, tradiciones y valores cristianos, infundiéndoles una nueva vitalidad.»
Herencia cristiana de Europa
A continuación, firmaron una Declaración común en la que apoyan e invitan a seguir avanzando los trabajos de la Comisión Mixta del diálogo teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa, que examina el tema «Conciliaridad y la autoridad en la Iglesia».
La sesión plenaria de la Comisión Mixta se celebró en Belgrado del 18 al 25 de septiembre. Este encuentro relanzó el diálogo oficial, que había quedado bloqueado desde julio de 2000.
En la declaración hacen también referencia a la Unión Europea, en la que Turquía aspira a integrarse: «Hemos considerado positivamente el camino hacia la formación de la Unión Europea. Los agentes de esta gran iniciativa no deben dejar de tomar en cuenta todos los puntos de vista, que afectan a la persona humana y a sus derechos inalienables, especialmente la libertad religiosa, que es prueba y garantía del respeto de toda otra libertad. En toda iniciativa de unificación es necesario proteger a las minorías con sus propias tradiciones culturales y sus particularidades religiosas.»
«En Europa, manteniéndose siempre abiertos hacia las demás religiones y hacia sus contribuciones a la cultura, tenemos que unir nuestros esfuerzos para preservar las raíces cristianas, sus tradiciones y sus valores cristianos, con el objetivo de asegurar el respeto de la historia y contribuir con la cultura de la futura Europa, con la calidad de las relaciones humanas a todos los niveles».
Traducción de los textos: agencia Zenit