El gobierno ruso ha emprendido un proyecto para que se vuelva a enseñar religión en las 160.000 escuelas públicas del país, en clases voluntarias al término de la jornada escolar. El problema es que, después de 75 años de ateísmo oficial, no hay en Rusia suficientes profesores preparados para impartir educación religiosa, ni libros de texto sobre la materia. Por esta razón, el viceministro de Educación, Alexander Asmolov, ha invitado a diversas confesiones -desde cristianos a musulmanes y budistas- a dar cursos a los profesores rusos para que puedan enseñar religión. Pero hasta ahora, los protestantes evangélicos y fundamentalistas de Estados Unidos son los únicos que cuentan con el dinero y los medios suficientes para aprovechar a fondo esta oportunidad.
Sesenta organizaciones protestantes norteamericanas se han unido para formar un «Cuerpo cristiano de paz», integrado por 12.000 voluntarios. Cada uno de ellos pasará al menos un año en Rusia. El coste anual de la operación será de unos 20.000 dólares por persona. Los primeros equipos de misioneros protestantes llegados a Rusia ya han dado cursos de cuatro días a más de 8.000 profesores, según Newsweek. También han difundido una película sobre Jesucristo que han visto, según la misma fuente, varios millones de rusos.
En cambio, los católicos, judíos y musulmanes disponen de muchos menos medios para responder a la invitación del viceministro. Por su parte, la Iglesia ortodoxa, aunque de gran arraigo en Rusia, está más interesada en crear sus propias escuelas parroquiales, y se ha manifestado en contra de la intervención extranjera en la preparación de profesores de religión para las escuelas del Estado.
En una entrevista conjunta publicada por 30 Giorni, los obispos católicos de Rusia se refieren a la penetración de las sectas protestantes en el país. Mons. Tadeusz Kondrusiewicz, arzobispo de Moscú y administrador apostólico de la Rusia europea, señala: «La situación actual se caracteriza por un gran vacío existencial. Por eso es muy fácil influir en la gente. De ahí que en la Rusia cristiana y ortodoxa arraiguen tan fácilmente las sectas. (…) Detrás hay mucho dinero. Sé, por experiencia, cuánto cuesta alquilar un local en Moscú para reunirnos. Sé cuánto cuesta comprar un espacio de un minuto en la televisión. Pues bien, los predicadores protestantes salen en televisión cada semana durante muchas horas. Por no hablar de los estadios alquilados en toda Rusia. ¡Han alquilado hasta una nave en el Volga!».
Mons. Jan Pavel Lenga, obispo de Kazajstán, declara que «las sectas han llegado incluso a las repúblicas asiáticas, y convierten a mucha gente. Proponen una mezcla de ayudas materiales y beneficios espirituales. Es una receta que atrae a la gente, una religión más fácil». En cambio, la Iglesia católica se encuentra en situación de penuria. «En la época del telón de acero -afirma Mons. Lenga- todos querían ayudarnos; ahora que es posible, no viene nadie a echarnos una mano. Ni congregaciones religiosas, ni movimientos eclesiales. Sólo Dios sabe cuánta falta hacen».
La caída del comunismo en Rusia no ha significado para la Iglesia católica el fin de sus dificultades. Mons. Kondrusiewicz lo señala en 30 Giorni: «Estuve un año como obispo en Bielorrusia: era la época de Gorbachov. Y desde hace un año y medio estoy como obispo en Rusia: es la época de Yeltsin. Pues bien, en Bielorrusia me restituyeron 95 edificios de culto confiscados durante el periodo comunista. Pude también reabrir un seminario, y permitieron que vinieran a ayudarnos 55 sacerdotes católicos. En cambio en Rusia… En 1917 había 150 parroquias católicas. Hemos pedido que nos devuelvan por lo menos quince: ¡nuestras comunidades no saben dónde celebrar la Misa!».
Parte de los obstáculos con que se encuentra la Iglesia católica en Rusia proviene del recelo de los ortodoxos. Y el gobierno ruso prefiere no enfrentarse con la Iglesia ortodoxa. Todas las peticiones de la jerarquía católica a las autoridades civiles se llevan al Patriarcado de Moscú. Se rumorea que, sin el placet ortodoxo, no se aprueban; ¿es así en realidad? «Muchos lo dicen -responde Mons. Kondrusiewicz-. En algunas localidades de la Rusia europea he tenido contactos con las autoridades civiles. La primera pregunta que nos hacen cuando presentamos las peticiones es si hemos informado al obispo ortodoxo. Cosa que, por otra parte, hacemos siempre».