Benedicto XVI peregrinará a Asís el próximo 27 de octubre para conmemorar el XXV aniversario del memorable encuentro por la paz convocado por Juan Pablo II en la ciudad natal de San Francisco. Como ya hizo su predecesor, el Papa acudirá acompañado por representantes de otras confesiones cristianas y de otras religiones.
Varias son las diferencias de esta “jornada de reflexión, diálogo y oración por la paz y la justicia en el mundo” con respecto al encuentro de 1986: un panorama internacional distinto, pues hace veinticinco años el fantasma de una guerra global entre los dos bloques parecía tener visos de realidad; la presencia entre los invitados de personalidades no creyentes –por expreso deseo de Benedicto XVI–, y la organización del evento de modo que se evite incluso la impresión de sincretismo.
Teniendo en cuenta que esta última fue una de las reservas expresados por algunos en aquella ocasión, incluido el entonces cardenal Ratzinger, en esta edición los momentos de oración no serán públicos sino personales. El énfasis se sitúa en el valor de la peregrinación y del ayuno. En realidad, ese cuidado ya se manifestó durante el segundo encuentro de Asís, convocado por Juan Pablo II en el 2002, después de los trágicos eventos del 11 de septiembre.
La peregrinación a Asís fue anunciada por el Papa durante el angelus del 1 de enero pasado, fecha en la que cada año se celebra la Jornada Mundial de la Paz. Los participantes acudirán a Asís en tren, como ya hizo Juan XXIII en un recordado viaje de 1962, y Juan Pablo II en el encuentro de 2002. Acompañarán al Papa representares de 31 iglesias cristianas, entre ellos el patriarca de Constantinopla y el primado anglicano, además de autoridades hebreas, musulmanes, hindúes, budistas, etc. hasta un total de 176 procedentes de 50 países. Entre las ausencias, por motivos diversos, se cuentan las del Dalai Lama y de los representantes de la Universidad Al Azhar de El Cairo, expresión del islam sunita.
Particularmente significativa será la presencia de cuatro intelectuales en representación de aquellas personas no creyentes pero abiertas a las razones de la fe a las que Benedicto XVI dedica especial atención. Los que aceptaron la invitación son la lingüista franco-búlgara Julia Kristeva, el filósofo italiano Remo Bodei, el economista austriaco Walter Baier y el filósofo mexicano Guillermo Hurtado.