Representantes de confesiones protestantes integradas en la Conferencia de Iglesias Europeas (CEC) han expresado el deseo de reforzar las relaciones con Roma. Estas declaraciones se produjeron durante la reunión de la CEC, celebrada en Graz (Austria) del 30 de junio al 4 de julio, a continuación de la II Asamblea Ecuménica Europea (ver servicio 95/97). Una de las conclusiones de la reunión de la CEC subraya «la importancia de llegar a una integración con la Iglesia católica dentro de la vida de los organismos ecuménicos». La CEC está compuesta por más de cien entidades protestantes u ortodoxas europeas; la Iglesia católica no forma parte de ella.
En el informe inaugural presentado a la Asamblea de la CEC, el presidente de la Conferencia, John Arnold, sugirió que, para que la Asamblea pueda llegar a ser «un Concilio de Iglesias europeas», se podría invitar a las Conferencias Episcopales católicas a formar parte de la CEC: «La II Asamblea Ecuménica Europea ha mostrado que podemos servir mejor al pueblo de Dios en Europa renovando nuestro compromiso con la gran Iglesia que no es parte de la CEC, la Iglesia católica romana en Europa».
Esta propuesta puede considerarse un fruto de la Asamblea Ecuménica de Graz, organizada conjuntamente por la CEC y el Consejo de Conferencias Episcopales Europeas. Tras esa reunión, dijo Arnold, se ve más claro que «nos hemos quedado rezagados respecto a otras organizaciones ecuménicas regionales al no contar con miembros católicos romanos». De ahí que propusiera la integración de las Conferencias Episcopales, «cada una a su ritmo y a su debido tiempo». Y añadió: «Los modelos de vida eclesiástica desarrollados por la Reforma y por la Contrarreforma se están rompiendo».
Arnold propuso una meta concreta que serviría de «piedra miliar en el camino para completar la unidad visible de la Iglesia, obedeciendo a la voluntad de Cristo»: el que la Pascua del año 2001, la primera del próximo milenio, pueda ser celebrada el mismo día por las Iglesias occidentales y orientales. La misma aspiración tiene Juan Pablo II. El presidente de la CEC manifestó también el deseo de celebrar el año 2000 con un evento ecuménico en Estrasburgo, «en compañía de nuestros amigos católicos romanos».
La misma preocupación por la unidad manifestó, entre otros, el baptista Keith Clements, elegido secretario general de la CEC al final de esta asamblea. La elección de Clements, secretario de asuntos internacionales del Consejo de Iglesias de Gran Bretaña e Irlanda, parece tener un sentido claro. Lo señaló él mismo al decir que la plena participación de los católicos en el Consejo de Iglesias de Gran Bretaña e Irlanda es «fruto de un largo proceso de cambio en nuestras relaciones con la Iglesia católica romana».
Santiago Mata