La Iglesia católica oficial china, reconocida por el gobierno, ha elegido a sus nuevos líderes entre los que hay obispos deseosos de mantener relaciones con Roma. Un cambio positivo es la separación que se ha hecho entre la presidencia de la Conferencia de Obispos Chinos y la de la Asociación Patriótica de Católicos, cargos que antes ocupaba un mismo obispo. En principio, la distinción permitiría que la Conferencia de Obispos adoptase medidas con mayor autonomía.
Del 17 al 22 se enero se reunió en Pekín el Congreso de Representantes Católicos, compuesto por obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, para elegir a los que dirigirán la Iglesia oficial durante los próximos cinco años. Primero se eligió como presidente de la Asociación Patriótica de Católicos, controlada estrechamente por el gobierno, al obispo Miguel Fu Tieshan. Este mismo era el candidato del gobierno para la presidencia de la Conferencia Episcopal. Pero, según los observadores, es un hombre mal visto por la población católica por su sometimiento al gobierno, y su candidatura era controvertida entre los obispos.
Tras prolongar dos días el congreso, se eligió finalmente como presidente de los obispos a Liu Yuan Ren, de 74 años, obispo de Nankín. Aunque haya sido nombrado por el gobierno, se le considera un hombre de fe indudable, que estuvo en la cárcel veinte años (1959-1979). A la hora de designar a los vicepresidentes se ha buscado un compromiso: uno de ellos es el candidato gubernamental Fu Tieshan, mientras que los otros dos (Li Duan, obispo de Xian, y Jia Peixian, de Shenyang) son conocidos como partidarios de mantener relaciones con el obispo de Roma, tendencia cada vez más clara entre los obispos chinos.
