En Estados Unidos, un número creciente de pensadores y pastores protestantes empieza a plantearse el lugar que ocupa la Virgen María en la historia de la salvación. David Van Biema se hace eco de este fenómeno en la revista «Time» (21 marzo 2005).
La figura de la Virgen ha estado relegada siempre a un segundo plano en la teología protestante. Sin embargo, como asegura Van Biema, la situación está empezando a cambiar. Si antes la Virgen no tenía mayor protagonismo que el que se le daba «en los sermones con motivo de la Navidad», ahora interesan otros momentos significativos de su vida en los que aparece, por ejemplo, como mediadora.
Van Biema cita el caso de Brian Maguire, pastor de la Westminster Presbyterian Church, en Xenia (Ohio). En su predicación del Viernes Santo de este año, Maguire destacó el papel de la Virgen al pie de la cruz como «primera y última discípula de Jesús». «Hasta hace poco tiempo -asegura Van Biema-, su decisión de dar protagonismo a la Virgen en un día tan señalado para los cristianos habría sonado entre sus colegas a provocación, o incluso a doctrina perversa».
Para Van Biema, el sermón de Maguire no es un hecho aislado. Por el contrario, se trata más bien de una tendencia; de una nueva aproximación teológica a la figura de la Virgen «que podría llevar a cambios, no sólo en la temática de los sermones, sino también en la liturgia, en la piedad personal y en la reconsideración del mensaje actual de la Reforma».
A juicio de Van Biema, el menosprecio hacia el papel de la Virgen en el mundo protestante se explica por razones teológicas -como la doctrina de la justificación, que consideran incompatible con la mediación de María- e históricas, sobre todo a raíz de la quema de imágenes de la Virgen decretada por Enrique VIII, en 1538. Pero también, dice, por haber descuidado un campo de reflexión fundamental entre los protestantes: la lectura de la Sagrada Escritura. Por esta razón, cada vez hay más artículos y ensayos en revistas especializadas que reivindican un protagonismo mayor de la Virgen desde esta perspectiva.
Beverly Gaventa, profesora en la Universidad de Princeton, escribió su primer trabajo sobre la Virgen María en 1989. Cuando empezó a investigar, le llamó la atención el poco interés que habían mostrado sus colegas protestantes hacia la figura de la Virgen. Por eso decidió realizar su trabajo «a la manera típicamente protestante. ¿No nos preciamos de leer las Escrituras? Pues vamos a ver qué nos dicen acerca de María». Y tras terminar sus investigaciones concluyó que «no hay una figura que se le pueda comparar: sólo ella ha estado presente en todos los momentos decisivos: en el nacimiento de su hijo, en su muerte y resurrección, y en el Cenáculo».
En un artículo publicado en «Christianity Today», el decano de Beeson Divinity School (Alabama), Timothy George, centra su atención en las palabras que dirige Jesucristo a su madre y al apóstol san Juan en el Calvario. «Pienso que ahí Juan representa a la Iglesia, y que la escena muestra que a María hay que honrarla y darle un reconocimiento especial en la historia de la salvación». «Para afirmar esto -concluye-, no creo que haga falta ser católico».
Donald Charles Lacy, pastor metodista, lleva reivindicando el papel de la Virgen desde hace varias décadas. Después del Concilio Vaticano II, formó parte de una comisión ecuménica que pretendía acercar los puntos de vista católico y protestante sobre la Virgen María. Por esta razón Lacy fue denostado entre algunos de sus colegas, que criticaban duramente sus trabajos. Hace cuatro años, sin embargo, una editorial metodista publicó sus obras completas. «Durante muchos años he estado solo. Me alegra saber que ahora hay gente que comparte esa postura».