El Opus Dei “existe solo para servir a la Iglesia”, dice el prelado, Mons. Fernando Ocáriz, en una larga entrevista de Teresa Gutiérrez de Cabiedes para Alfa y Omega que toca distintos temas, algunos de ellos polémicos.
El Opus Dei es una “partecica” de la Iglesia, según la expresión del fundador, san Josemaría, que la periodista trae a colación. Mons. Ocáriz comenta a propósito de eso: “Si servir a la Iglesia –necesaria expresión del amor a Jesucristo– es siempre una realidad en la vida de cada uno, iremos bien”.
Antes, Mons. Ocáriz señala un aspecto que ha querido acentuar de modo especial desde su nombramiento, en enero pasado: “Poner a Jesucristo en el centro de nuestras vidas”. Lo cual no es una mera idea, sino una realidad concreta: “Podemos tocar a Jesús vivo en todas las ocasiones de la existencia ordinaria. Sobre todo, en los lugares privilegiados de la presencia del Señor: en los niños, los pobres, con quienes Él ha querido identificarse especialmente; en los enfermos, a los que el Papa llama ‘la carne sufriente de Cristo’; y del modo más intenso (…) en la Eucaristía.
También subraya el prelado un punto fundamental del espíritu del Opus Dei, la fe en la paternidad divina. “Sabernos hijos de Dios –dice– nos ayuda a vivir con confianza, gratitud y alegría. Nos invita a amar este mundo nuestro, con todos sus problemas y con toda su belleza”.
La periodista plantea algunas objeciones que a veces se hacen al Opus Dei: las experiencias de antiguos miembros que luego se apartaron sintiéndose heridos; el posible exceso de celo doctrinal; un voluntarismo que descuida la dimensión afectiva; el peligro de inmovilismo o de caer en la autocomplacencia. Mons. Ocáriz, sin dejar de reconocer errores, advierte también que “muchos problemas surgen cuando planteamos dilemas innecesarios o reducimos la realidad a estereotipos dialécticos: fidelidad o creatividad, ortodoxia o libertad, doctrina o vida…” Pero “la realidad no se deja encerrar en un esquema excluyente”. Por eso, cree que “hemos de vivir con una actitud integradora que es, por cierto, muy cristiana”.
Otras cuestiones que destaca Mons. Ocáriz son la necesidad de vivir con libertad de espíritu y la importancia del contacto personal para dar a conocer a Jesucristo: de “la sincera amistad, de persona a persona, que es siempre mutuamente enriquecedora”, dice. “Para la evangelización, resulta esencial el valor del testimonio y de compartir la propia experiencia de vida: es mucho más eficaz que los discursos teóricos”.