“Una cosa es predicar y otra, dar trigo”, suele decirse. Pero aquel que, además de hablar, actúa, tiene que ver avanzar su causa necesariamente. En Washington, los fieles católicos que se congregaron el 27 de febrero en el edificio del Senado para apoyar la causa de los dreamers –jóvenes indocumentados que llegaron a EE.UU. de la mano de sus padres y que no conocen otro país que ese–, lo están haciendo, y animan a otros fieles a hacerlo, incluido el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, a quien dirigieron la queja de Jesús a san Pablo en los Hechos de los Apóstoles.
Ese día, unos 200 creyentes tocaron a las puertas de las máximas instancias del poder en EE.UU. En la sede del Senado, acompañados de un estandarte con la Virge…
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.