Probablemente, cuando el matemático italiano Piergiorgio Odifreddi envió a Benedicto XVI su libro ateísta, Caro papa, ti scrivo (Querido papa, te escribo, Mondadori, 2011), no contaba con recibir una respuesta personal del pontífice. Le ha llegado ahora la respuesta del papa emérito, y manifiesta su grata sorpresa en las páginas del diario La Repubblica, del que es editorialista, y que, como escribe con cierta sorna Massimo Introvigne, de vez en cuando se parece a L’Osservatore Romano (hace apenas unos días publicaba la carta de Francisco a Eugenio Scalfari). Solo conocemos por ahora los párrafos que ha querido dar a conocer Odifreddi: la carta son once folios fechados el 30 de agosto, que se incorporarán a una nueva edición del libro del matemático.
En su artículo, comenta que, después de leer la Introducción al Cristianismo de Ratzinger, sintió que la fe y la doctrina de Benedicto XVI eran lo suficientemente coherentes y sólidas como para poder encajar ataques frontales como el suyo. Como buen intelectual, el papa emérito entra en un diálogo profundo y sereno. La prensa ha subrayado la réplica a las referencias del profesor italiano a la pederastia. Más importante es el debate sobre el carácter científico de la teología, que no es una fantaciencia, como apunta Odifreddi.
El carácter científico de la teología
Benedicto le escribe que en las disciplinas científicas, “se aplica un método verificable, se excluye la arbitrariedad y se garantiza la racionalidad en sus diversas formas”: la teología es ciencia, porque acepta y vive esos criterios.
Por otra parte, “una función importante de la teología es mantener la religión unida a la razón y la razón a la religión. Ambas funciones son de esencial importancia para la humanidad”. Este punto recuerda su diálogo con Habermas, tantas veces mencionado en los últimos años, por el consenso sobre la existencia de patologías de la religión y de la razón: “ambas necesitan la una de la otra, y tenerlas continuamente conectadas es una tarea importante de la teología”, reitera Ratzinger.
Finalmente, el papa emérito puntualiza que esa ciencia ficción existe, pero en muchos científicos, que ofrecen “visiones y anticipaciones, para alcanzar un verdadero conocimiento”; de hecho, son “solamente imaginaciones con las que se busca un acercamiento a la realidad”. No faltan quienes elaboran una ciencia ficción de gran porte, por ejemplo, en el campo de la teoría de la evolución, “utilizada para tratar de dar una imposible prueba científica del ateísmo”. Ratzinger aporta un ejemplo tomado de Jacques Monod, muerto en 1976, que escribió textos de auténtica ciencia ficción de máxima calidad.
La realidad histórica de Jesús de Nazaret
Respecto de la tesis del matemático sobre la figura histórica de Jesús, le reprocha que no esté a la altura de su nivel científico. Le recomienda los cuatro volúmenes que publicó Martin Hengel junto con Maria Schwemer, “un ejemplo excelente de precisión y de amplísima información histórica”. Porque, como aclaró en el primer volumen de su libro sobre Jesús de Nazaret, “la exégesis histórica-crítica es necesaria para una fe que no propone mitos con imágenes históricas, sino que reclama una historicidad verdadera y por eso debe presentar la realidad histórica de sus afirmaciones también de forma científica”.
En su carta critica también que sustituya a Dios por “la naturaleza”, pero sin precisar su contenido: sería como una divinidad irracional que no explica nada. A la vez, menciona tres grandes cuestiones que ninguna creencia puede soslayar: la libertad, el amor y el mal.
En definitiva, los argumentos sociológicos o cuantitativos no son concluyentes contra la fe cristiana. Como escribe Massimo Introvigne, “las estadísticas confirman que Odifreddi puede vender muchos libros, pero estas ventas y el folklore de los autobuses ateos no aumentan el número de los ateos. A Odifreddi solo le interesarían hechos medibles. Y es un hecho mensurable que el Papa Francisco, y también el Papa Benedicto XVI, persuaden a muchas más personas que los ateos militantes”.