El número de candidatos al sacerdocio en Europa, tras alcanzar un mínimo histórico en 1978, ha crecido un 23% a lo largo del pontificado de Juan Pablo II, pero las ordenaciones no han bastado para compensar las defunciones de sacerdotes. Para impulsar la pastoral de vocaciones en el Viejo Continente se ha celebrado en el Vaticano del 5 al 10 de mayo un congreso internacional, con los presidentes de las conferencias episcopales y delegados de 37 países europeos.
Los 250 participantes del congreso han estudiado un documento de trabajo en el que destacan varias tendencias: un aumento general de vocaciones sacerdotales y de ordenaciones desde 1978, pero con disminución del número total de sacerdotes y descenso llamativo de vocaciones de religiosos.
Como tendencias positivas, el documento subraya un incremento global de seminaristas (+22,7%): desde un mínimo histórico de 23.915 en 1978, pasaron a ser 29.351 en 1995. En general, los países europeos están remontando la crisis de vocaciones sacerdotales de los años setenta y ochenta. Así, mientras en 1978 se ordenaron 1.805 nuevos sacerdotes, en 1994 lo hicieron 2.479, un 37,3% más. Pero ese progreso no compensa todavía las numerosas defunciones. Las cifras también permiten comprobar que en los países de Europa occidental (especialmente en Holanda, Bélgica, Francia, Suiza, Inglaterra, pero también en Alemania, Austria, Italia, España, Irlanda y Portugal) la disminución del número total de sacerdotes y religiosos es más notable, en parte porque el clero es más viejo, pero también porque las ordenaciones no han aumentado aún lo suficiente desde 1978. No obstante, en Bélgica y Suiza se ha mantenido el número de seminaristas, y en Portugal, España, Francia e Italia ha crecido, según los países, entre un 15% y un 40%.
Ante la disminución del clero en el Occidente europeo, el cardenal Camillo Ruini advirtió que «así como sería un error apostar sólo por la vitalidad de las Iglesias jóvenes, retirándonos ante el difícil reto de la nueva evangelización de Europa, también sería una respuesta bastante tímida y miope ante la crisis de vocaciones en varios países europeos recurrir a sacerdotes y religiosas provenientes de otras Iglesias, renunciando a una incisiva y esperanzada pastoral vocacional propia». En este sentido, Juan Pablo II subrayó la importancia de que la pastoral vocacional no se reduzca a una iniciativa ocasional y extraordinaria en las comunidades eclesiales, sino que constituya más bien «una de las preocupaciones constantes de la pastoral de la Iglesia local».
En efecto, los países del Este europeo ofrecen un aspecto distinto, más vigoroso. Especialmente Polonia, que es, con diferencia, la nación oriental donde hay más vocaciones sacerdotales. En este periodo creció un 32,6% en sacerdotes seculares y un 30,7% en sacerdotes regulares, aunque bajó un poco el número de religosos no sacerdotes (0,29%) y algo más el de monjas (5,98%). Junto a Polonia, en otro orden de cifras, también ha habido un fuerte crecimiento del número de sacerdotes y seminaristas en Albania, Bielorrusia, Ucrania y Rumanía. Asimismo, el incremento de seminaristas es importante en el conjunto de la antigua Checoslovaquia (se han multiplicado por 5,6), en Letonia y en Lituania.
No obstante las nuevas vocaciones y el impulso del Este, en el conjunto de Europa, de 1978 a 1995, el número total de sacerdotes (seculares y religiosos) ha disminuido en un 13,4%, pasando de 251.033 a 217.275. Quizá es más grave el descenso del número de religiosos no sacerdotes (de 37.104 a 25.788), y el de las religiosas, que ha pasado de 546.029 a 406.695, una disminución del 25,5%.
En su intervención, el experto P. Simon Decloux se refirió a los condicionamientos socio-culturales a la hora de seguir una vocación de por vida: «La pretensión de comprometerse por toda la vida tiene algo difícilmente aceptable a los ojos de muchos. ¿Cómo podría el interesado darse cuenta de lo que será mañana? El subjetivismo vive en el instante, su moral y su entusiasmo tienen un carácter fragmentario, que se opone a cualquier forma que sea ‘para siempre'». Pero esta consideración vale también para la vocación al matrimonio.
Y también tiene aspectos positivos: «Los condicionantes socioculturales mueven al joven que quiere responder a una vocación eclesial, a considerar con mayor madurez y reflexión, porque es menos evidente, el camino en el cual le compromete la llamada de Dios».
Este es el segundo congreso internacional sobre la pastoral de las vocaciones, tras el de Brasil, en 1994, que se dedicó a las vocaciones en América Latina.